Antes se investigaba, o se intentaba investigar, de verdad (a veces incluso se llegaba a la verdad). Todo se documentaba al máximo, los historiadores se dejaban los ojos en los cartularios, las interpretaciones se medían con tiralíneas, se ajustaban con gran erudición (Blecua, Vilanova, Menéndez Pidal, Rodríguez Moñino, José María de Cossío, Sánchez Albornoz y hasta Américo Castro). En el caso de Balears estoy pensando en Guillem Rosselló Bordoy, José Juan Vidal, Antoni Contreras, Jaume Sastre Moll, Ramon Rosselló Vaquer, Miquel Deyá, Antoni Picazo, Jaume Bover, Lorenzo Pérez, Alfonso Enseñat Villalonga, Alexandre Font Jaume, Jordi Vidal Reynés. Y es que divagar en materia histórica (después de Herodoto) no estaba bien visto antes, sin embargo, ahora, cuesta poco: estamos en el extremo contrario: hasta los cazurros se atreven a teorizar ya no sobre lo divino, que les queda corto, sino sobre lo cósmico o las glaciaciones. Documentarse no está de moda. Recordemos que Camilo José Cela para escribir San Camilo 1936 solicitó a su amigo Manuel Fraga que le consiguiera copia de todos los periódicos madrileños del 14 de julio (más su víspera, festividad y octava) y con tan estimable documentación reconstruyó de forma coral los prolegómenos de la Guerra Civil y hasta de la Incivil.
Hidalgo de la villa de Petra
Palma22/11/23 0:29
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