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Pedro Sánchez nos tiene acostumbrados a los golpes de efecto. Sin embargo, el de esta semana ha sido de dimensiones colosales; difícil de superar, incluso por él mismo. Por primera vez, un presidente del Gobierno anuncia a través de una red social que se toma unos días para reflexionar si merece la pena seguir, debido a que un juzgado de Madrid ha abierto diligencias de investigación contra su mujer Begoña Gómez, tras la denuncia de Manos Limpias.

Es cierto que en política no todo vale y que se está llegando a unos niveles de crispación insostenibles. Sin embargo, no creo que las formas del jefe del Ejecutivo sean las más adecuadas. La incertidumbre que ha generado no es lo más conveniente para la economía, ni la visión internacional que se está dando es la más positiva. En mi opinión, habría sido más acertado comunicar la decisión cuando ésta se hubiese tomado. No es necesario poner a todo el país en vilo, haciendo especulaciones sobre la decisión que el presidente nos anunciará el 29 de abril.

Creo que todas las hipótesis son posibles y la decisión será la que resulte más beneficiosa para el propio Sánchez. Hasta la fecha, ha demostrado ser un gran estratega, lo que le ha permitido salir vencedor de todas sus batallas. ¿Será esta una más? ¿Es todo una estrategia para reforzar su imagen, en un momento en el que se ha sentido acorralado? O, por el contrario, ¿realmente ha mostrado su lado más humano y su familia es una línea roja infranqueable?

En su carta, recurre a Umberto Eco para acusar a Feijóo y Abascal de poner en marcha la máquina del fango. Sin embargo, Sánchez también ha participado activamente de ese lodazal en el que, desgraciadamente, se ha convertido la política española. El lunes saldremos de dudas y conoceremos las dimensiones reales del golpe de efecto.