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Por debajo de la turbia espuma de la actualidad, compuesta mayoritariamente de ficciones tóxicas, aproximadamente a un metro de profundidad y en páginas específicas de prensa, circula el flujo de la auténtica realidad, que es la financiera. Dotadas de idioma propio, las finanzas generan noticias paralelas a las políticas, a menudo indescifrables y muy vagas, que ahora desde hace más de una semana nos informan reiteradamente de la oferta de fusión del BBVA, segundo banco español, al Sabadell, que es el cuarto. Un banco quiere comprar otro banco, en definitiva, a fin de convertirse en uno de los mayores de Europa. Cosa que ya intentó sin éxito en 2020. Salvo que a eso no se dice compra, sino fusión. Fusión por absorción, más exactamente. ¡Fusión por absorción! Suena a peli de vampiros, o de espíritus malignos que poseen a la gente encaramándose a su espalda, y sorbiéndoles luego por el cogote con una boca dentada en forma de ventosa. O introduciéndoles una pajita por la oreja. Muy gótico, eso de la fusión por absorción. El lenguaje financiero siempre ha usado imágenes y metáforas procedentes de la física (colapso, hundimiento, volatilidad, reflotar, crecer, volumen y peso, etc.), y también de la milicia, con ataques y defensas, maniobras de riesgo, avances territoriales, opas hostiles y demás parafernalia bélica, pero debido a la complejidad financiera global, ahora se han añadido figuras más propias de la narrativa fantástica y de terror, con monstruos. Porque si la fusión todavía es algo muy físico, un fenómeno producto de las temperaturas, lo de la absorción ya es otro cantar, y no cualquiera puede ir por ahí absorbiendo. Los bancos sí, en tanto que literatura fantástica están acostumbrados a ello, y en la última década, incluso a absorberse unos a otros. Los expertos le llaman concentración bancaria, que en poco tiempo ha reducido casi sesenta entidades a una docena. Que siguen intentando absorberse para copar el negocio. Ah, qué cosa tan macabra, eso de absorber. Si a la segunda culmina ahora esta fusión que nos están contando, provocará ajustes de plantillas, reducción de sucursales y, como se dice en idioma financiero propio, sinergias por valor de cientos de millones anuales. Normal que suene fantástico, gótico, vampírico. Como la auténtica realidad.