Imagen de la azotea sobre la que impactó el potente rayo el pasado domingo. | F.F.

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Jamás imaginaron los vecinos del número 50 de la céntrica calle Aragón de Palma que en la tarde-noche del domingo iban a llevarse un susto así. Ni que iban a ser el epicentro de un suceso y una tormenta eléctrica de gran intensidad que descargó, especialmente, sobre su azotea. Y más concretamente contra su antena de televisión, la que recibió directamente y en frío el impacto de un rayo que iluminó durante unas décimas de segundo el cielo de la capital, segundos antes de que irrumpiera un espeluznante trueno que pocos olvidarán y muchos comentaron en los minutos y horas después.

Ese rayo acumulaba y descargó una potencia que confirmaron desde Asinem -Asociación de Empresas Instaladoras de Baleares- llegó a ser 281.000 amperios. O lo que es lo mismo, lo que supone poner en marcha 21.600 lavadoras a la vez, 12.256.000 bombillas LED de cinco vatios o iluminar una docena de campos de fútbol.

«Noté como si se hiciera de día desde la cocina», recuerda uno de los vecinos, que este martes subía por primera vez a la azotea, donde ya trabajaban algunos operarios para reparar, principalmente, la instalación de gas. Un servicio que cortaron de inmediato los Bomberos de Palma al actuar minutos después del incidente, siendo advertidos de un sospechoso olor a gas y como medida de prevención, a la par que la calle se quedaba a oscuras y los semáforos fuera de servicio.

«Dos minutos antes, salí a tirar la basura y al volver, nos sobresaltamos con el estruendo del trueno, no habíamos sentido algo así jamás...», relata otro de los vecinos de la finca, que se interesó poco después por el estado de los trabajos y por cómo había quedado la terraza superior, la más alta en un radio extenso y con unas vistas privilegiadas de 360 grados sobre Mallorca.

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El contundente impacto dejó, al menos hasta este martes, sin ascensor ni portero automático a los vecinos, algunos de ellos incluso sin Internet ni conexión a la red «aunque nunca nos quedamos sin electricidad, saltaron los diferenciales y poco más», como confirmaron desde las compañías eléctricas, y pese a que la oscuridad se apoderó de esa zona de Palma y sus aledaños -Pere Garau, García i Orell-, además de dejar sin operatividad a caso medio centenar de semáforos, que se han ido recuperando progresivamente, estando previsto que el jueves estén todos a pleno rendimiento, pese a estar monitorizados por la Policía Local.

Aseguran, con el recuerdo todavía presente, que «la finca tembló, nunca en la vida habíamos vivido algo así, era como una bomba», mientras debaten sobre la calidad de los materiales y de la construcción del edificio, que ensalzan ante su capacidad de respuesta ante hechos así y en un momento que sobresaltó a quienes estaban por entonces en sus casas, en la tarde-noche de un domingo cualquiera.

Tras el impacto del rayo, un fuerte olor a gas alertó a los vecinos, aunque la inmediata y «efectiva» actuación de los Bomberos de Palma ayudó «a tranquilizar» los ánimos. «No cundió el pánico, ni mucho menos». Los vecinos del edificio, de trece plantas, «salieron a los rellanos para comentar lo que había pasado y poco más», apuntan quienes allí estaban.

En el lugar exacto de los hechos, los restos de la antena de televisión que recibió el impacto del rayo se reparten por la azotea, aunque el poste que la sostenía sigue en pie, quemado, como parte del cableado, además de observar secuelas en la instalación de gas, que se empezaba a reparar y los pequeños cascotes esparcidos por la terraza, tras una posible explosión a consecuencia de la potencia del fenómeno atmosférico del que todos siguen hablando varios días después.