Aunque no se hable ya de ellas, siguen las colas del hambre, que terminan, la mayoría, en comedores de parroquias o de organizaciones de la Iglesia católica. Es la Iglesia la que, a través de parroquias, congregaciones y de Cáritas, acoge a los miles de inmigrantes que viven y trabajan, a veces en condiciones infrahumanas, en los invernaderos de Almería. Hay casas de acogida para las mujeres que sufren violencia de género, como el Proyecto Marialar en Barcelona, o que quieren abandonar la prostitución, hartas de ser violadas por dinero. Es Cáritas quien sabe mejor que nadie lo que es el sinhogarismo, la realidad de quienes viven en barrios vulnerables e infraviviendas, en chabolas construidas con materiales de desecho o que están a punto de ser desahuciadas.
Dos cruces en el IRPF
Palma06/06/23 0:29
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2 comentarios
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Muchisimas asociaciones, publicas y privadas realizan labores sociales, la iglesia es solo una de ellas, que con lo que se embolsa del Estado es lo minimo que debe que hacer. Si la iglesia realmente quiere ayudar a los necesitados que empiece a repartir del Banco Vaticano.
La LABOR SOCIAL DE LA IGLESIA es IMPAGABLE.... Pregunten a los desfavorecidos de las COLAS DEL HAMBRE.