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Baleares ha llegado a sus límites». Así se expresaba hace poco la presidenta de la Comunidad, Marga Prohens. Y cuando un político del Partido Popular reconoce tal cosa, es que estamos realmente mal, habida cuenta de que hasta hace media hora los populares, tan neoliberales, defendían a muerte el crecimiento infinito.

Hay dos mitos griegos, la hybris y la némesis, que recorren la cultura occidental y cobran hoy especial relevancia. Hybris hace alusión a la ruptura por parte del ser humano de los límites impuestos por los dioses y a la desmesura insensata (también presente en los mitos cristianos de la expulsión del paraíso terrenal y de la torre de Babel). Ate, diosa del orgullo, la irreflexibilidad y la furia, era la impulsora de la hybris, con consecuencias fatales para el ser humano. Némesis era la diosa de la justicia retributiva, la solidaridad, la contención y la fortuna, que vigilaba el cumplimiento del orden superior de la existencia y, como tal, era la vengadora de la hybris. Para el historiador británico Arnold J. Toynbee, la hybris fue la causa del colapso de todas las civilizaciones precedentes, y anhelaba que la nuestra pudiera escapar a ese destino. En esa dualidad se desgarra no sólo Balears, sino el planeta entero, con victoria aplastante para la hybris.

Deberíamos contraponer, urgentemente, la contención y reflexión a la expansión y aventura, la conciencia de los límites al plus ultra de la Modernidad, y primar la conservación frente al cambio. Tenemos que poner el énfasis en el conocimiento más que en la técnica, repensar las tecnologías no tanto como salvación sino como riesgo, apostar por el mantenimiento de la Tierra frente a la conquista de otros planetas y considerar al humano parte del ecosistema, y no un ser exento de las leyes físicas. Hemos de anteponer, en fin, la vida tranquila y estable al frenesí y la intensidad, y preferir el comunitarismo y la solidaridad al individualismo codicioso. Durante los últimos doscientos años hemos llegado a creernos homo deus y homo colossus; somos, más bien, homo demens, como el caso balear y tantos otros demuestran. El tiempo se agota y en una esquina nos esperará, implacable, la venganza de Némesis.