Los policías investigan en el coche destrozado de la finca. | ALEX SEPULVEDA

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A medida que se conocen nuevos datos del perturbador doble crimen de Manacor llama poderosamente la atención un dato: el asesino, que evidenció un estado mental preocupante y aseguró que había sido 'poseído por el demonio', nunca había sido tratado por problemas psicológicos. Es decir, en palabras de algunos expertos, «el brote repentino que sufrió le podría haber dado a cualquier persona».

Miquel destrozó a su madre Magdalena y a su hermano discapacitado Martí con un objeto contundente, posiblemente una herramienta, y también la emprendió a golpes con un pequeño utilitario, un Citroën, aparcado en la finca de las afueras de Manacor. Fue un ataque de furia espontáneo e incontrolable, que no estaba relacionado con el consumo de drogas o el abuso del alcohol.

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Ni la anciana ni su hijo pudieron ofrecer resistencia. Fue una carnicería que finalizó cuando el asesino introdujo en una hoguera a la progenitora, cuyos restos se fueron consumiendo durante horas. Afortunadamente, Miquel no continuó con su orgía de sangre. Podría haber atacado a sus vecinos, con los que tenía una relación espléndida, pero afortunadamente se quedó en la finca, obnubilado.

Sólo cuando vio llegar a los bomberos, que habían sido alertados por una quema controlada en la casa, volvió a ponerse muy violento. Esgrimió una antorcha y una garrafa de gasolina, y amenazó con quemar a los que se acercaran a él. Cuando fue reducido, se justificó. Un ser diabólico lo había poseído, al igual que había ocurrido con sus dos víctimas, a las que pretendía realizar un exorcismo.