El pasado domingo se celebró la festividad del Corpus Christi. Inicialmente tenía lugar en uno de los tres jueves del año que relucían más que el sol, y cuando el tiempo cronológico, el meteorológico y el calendario religioso festivo iban algo más de acuerdo, abría la temporada anual de helados. La costumbre requería tomarse el primero después de contemplar el paso de la obligada procesión que ese día circulaba por Ciutat. Una de nuestras gloses recuerda el acontecimiento con inequívoca seguridad, recordando la promesa que, en época desgraciadamente incierta, hacía un rumboso galán a su novia o esposa: Francina meva, estimada / mira be sa processó/ perque quan ja serà passada / dins Plaça, d’aigo gelada, / mos n’hem de beure un tassó.
'Aigo gelada' del Corpus
Los helados de Can Joan de s’Aigo son herederos directos de las ‘aigos gelades’
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