Una imagen de caracoles. | Amalia Estabén

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El día de Sant Marc, celebrado cada 25 de abril, es una fecha marcada en el calendario de muchos mallorquines, no solo por su significado religioso, sino también por una peculiar tradición: el consumo de caracoles. Este hábito, arraigado en algunos municipios de Mallorca, va más allá de la simple gastronomía, tejiendo un lazo entre la cultura popular y las creencias ancestrales de la Isla. La costumbre de comer caracoles en este día específico se fundamenta en un antiguo dicho: «Qui menja caragols per Sant Marc, gaudeix de bona salut de franc!». Esta expresión encapsula la esencia de una tradición que, año tras año, sigue ganando adeptos, ya sea por el atractivo de adherirse a una creencia popular o simplemente por el placer de disfrutar de este manjar.

Históricamente, las prácticas culinarias y medicinales de Mallorca han estado profundamente interconectadas. Los caracoles, en particular, se consideraban no solo un plato exquisito, sino también un remedio contra diversas dolencias. El folclore local sugiere que consumir estos moluscos en Sant Marc podría prevenir enfermedades como el reuma, embolias y hasta ictus. Si bien estas afirmaciones se basan más en tradiciones que en evidencia científica, no se puede negar el valor nutricional de los caracoles. Nutricionalmente, los caracoles son una fuente rica en proteínas, esenciales para el desarrollo muscular y la regeneración de tejidos.

Además, aportan cantidades significativas de calcio y fósforo, cruciales para la salud ósea y dental. Otro componente importante es el hierro, que juega un papel vital en la prevención de la anemia. Los «cellers» o bodegas de la isla se convierten en puntos de encuentro donde los locales y visitantes pueden degustar diferentes preparaciones de caracoles, cocinados meticulosamente durante toda la jornada. Esta tradición no solo refuerza la identidad cultural de Mallorca, sino que también promueve la convivencia comunitaria, reuniendo a personas de todas las edades en una celebración de la gastronomía y la salud.

Por lo tanto, comer caracoles en Sant Marc no es solo una tradición gastronómica, sino un acto que refleja la historia, las creencias y el modo de vida de los mallorquines. A medida que la ciencia avanza y desacredita algunos de los mitos más antiguos, estas prácticas culinarias siguen siendo un vínculo con el pasado y una fuente de disfrute y salud para muchos. Este 25 de abril, como cada año, muchos mallorquines se sentarán a la mesa para celebrar Sant Marc de la manera más tradicional y deliciosa posible: con un plato de caracoles.