Imagen de archivo de cordero preparado al horno. | Pere Bota

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«El ama del cura de Cebre era conocida por su destreza en batir mantequillas y asar capones... Ponía en marcha sus guisos, echando a remojo sus lacones y garbanzos y revistaba la despensa atestada de dádivas de los feligreses: cabritos, pollos, anguilas, truchas, ollas de vino, manteca y miel, perdices, liebres y conejos, chorizos y morcillas... La monumental sopa de pan, rehogada en grasa, con chorizo, garbanzos y huevos cocidos, cortados en ruedas, que circulaba ya en gigantescos tarterones y se comía en silencio, jugando bien las quijadas...Todo era neto como la olla... Pollos asados, fritos, en pepitoria, estofados, con guisantes, con cebollas, con patatas y con huevos; aplíquese el mismo sistema a la carne, al puerco, al pescado y al cabrito…».

Se trata de un fragmento de la novela Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán (La Coruña, 1852-Madrid, 1921), una obra publicada en 1886, considerado su trabajo cumbre. Su prestigio no se debe solo a su actividad literaria, sino también a su significativa participación en los movimientos sociales y culturales y a su defensa de los derechos de la mujer. Supo retratar con dureza el mundo rural gallego y la decadencia de ciertos personajes a los que el progreso social dejaría en vía muerta. En 1916 era nombrada profesora de literatura de la Universidad Complutense donde tuvo ocasión de examinar de la materia al poeta solleric Guillem Colom i Ferrà, cuando era estudiante, según cuenta este en sus memorias.

Vayamos ahora a la receta que hemos elegido para evocar a aquella escritora y mujer singular. Salamos y enharinamos un kilo y medio de pierna de cordero troceada. Cubrimos con aceite de oliva, preferentemente virgen, el fondo de una olla a presión, donde freímos dos dientes de ajo enteros. Una vez éstos estén fritos, ponemos en el recipiente la carne y la freímos hasta que esté bien dorada. Añadimos a la olla tres zanahorias bien peladas y troceadas y dos cebollas picadas. Agregamos a la mezcla una docena de champiñones y la revolvemos bien. Añadimos un vaso de vino blanco y seguidamente un vaso de agua, además de una taza de caldo de carne bien disuelto y unas pizcas de orégano y tomillo. Luego cubrimos la olla y dejamos que cueza el preparado por un espacio de media hora desde que empiece a pitar.