La cata propuso a los participantes sentir la incidencia del sabor de los chocolates artesanos en conjugación con diferentes referencias de vino de la bodega Armero Adrover y elaboraciones con diferentes compuestos de la fruta del cacao entre sus ingredientes. | Lydia E. Larrey

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Hace tiempo que las catas han traspasado el umbral del ámbito profesional y especializado para convertirse, en su versión más hedónica, en una interesante alternativa de ocio en la que, además de disfrutar con el paladar, conocer la gran cantidad de detalles y aspectos que determinan que un vino, un chocolate o una elaboración resulten de una manera u otra. En esta línea, el cocinero Marcos Servera con su concepto de cocina itinerante Ritma, Chocolates Maüa y la bodega Armero Adrover se han fundido para ofrecer algo así como una cata cruzada en la que maridar cinco chocolates con cinco vinos acompañados con otros tantos platos en los que se integra el cacao en sus diversas facetas: polvo, manteca e incluso el mucílago que no es otra cosa que la pulpa que recubre las semillas.

El mismo lugar donde los transeúntes que a diario pasan por la calle Blanquerna pueden observar el proceso de fabricación de los chocolates de especialidad Maüa, fue el que acogió la cata en la que el chocolatero Jaume Martorell, la bodeguera Xisca Armero y el propio cocinero se encargaron de conducir a los asistentes a través de un recorrido a través de sabores, aromas y texturas.

Marcos Servera, Xisca Armero y Jaume Martorell guiaron a los asistentes.

Sabores

El comienzo, una gilda de mar con gel de cacao y lima que emparejaron con un chocolate Nicaragua 75% y el vino rosado Donde. Lejos de reservar los chocolates para el final de la sesión, invitaron a los participantes a comenzar por lo primero y, aún con el sabor de los encurtidos y pescado presentes en la boca, deshacer el chocolate en la boca para experimentar el contraste ofrecido, en este caso por su chocolate más emblemático, el cual revela notas de frutas del bosque, frutos secos y vino tinto, en conjunto muy apropiado para el rosado.

El maridaje lo compusieron vinos tintos, rosados, blancos y espumoso de variedades locales, también introducidas

Le siguieron un ceviche de surer con mucílago de cacao junto a un Panamá 72% y el blanco Cuando; el steak de picaña con trufa y mantequilla ahumada asociado a un Nicaragua 70% y el tinto Cómo y el ssam de cerdo con demi-glacé de cacao, India 71% y tinto Collita de Fruits. Tríos con los que los asistentes, bocado a bocado pudieron comprobar la singularidad que confieren factores como el origen del cacao, las variedades de uva, así como también despejar las dudas que pudieran surgir en cuanto a la elaboración tanto de vino como de chocolate. A modo de postre, cerró la cata una manzana de abastos con polvo de cacao y queso Sa Cabreta, bombones de agua de mar y kimchi y un chocolate Ecuador 80% con el espumoso de Armero Adrover Raor.