Los jugadores de la selección francesa de balonmano celebran la victoria conseguida ante España en la semifinal del Mundial de Balonmano de Catar 2015 disputada en el pabellón deportivo Lusail Hall, afueras de Doha, este viernes 30 de enero del 2015. | Diego Azubel

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España 22 - 26 Francia

España: Pérez de Vargas; Víctor Tomás (2), Maqueda (2), Raúl Entrerríos (-), Cañellas (5), Rivera (3, 2p) y Aginagalde (1) -equipo inicial- Sierra (ps), Rocas (2), Ugalde (5), Andreu (-), Chema Rodríguez (-), Morros (-), Antonio García (-), Gedeón Guardiola (-) y Dujshebaev (2)

Francia: Omeyer; Porte (4), Barachet (2), Luka Karabatic (-), Nikola Karabatic (3), Sorhaindo (4) y Guigou (5) -equipo inicial- Dumoulin (ps), Fernández (-), Anic (-), Narcisse (4), Joli (3p), Nyokas (-), Mahe (-), Grebille (1) y Accambray (-)

Marcador cada cinco minutos: 3-3, 6-8, 7-12, 11-13, 13-16 y 14-18 (Descanso) 16-18, 18-19, 18-20, 20-22, 22-24 y 22-26 (Final)

Árbitros: Krstic y Ljubic (SLO). Excluyeron por dos minutos a Aginagalde, Maqueda y Morros por España; y a Barachet (2) y Sorhaindo por Francia.

Incidencias: Segunda semifinal del Campeonato del Mudo de balonmano de Catar 2015 disputada en el Lusail Hall de Doha ante unos 8.000 espectadores. Asistieron al encuentro el presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, y el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco.

La selección española de balonmano deberá conformare con pelear el próximo domingo por la medalla de bronce en el Mundial de Catar, tras perder hoy por 22-26 ante Francia, en un encuentro de semifinales en el que al conjunto español no le bastó con su emocionante ejercicio de fe en la segunda parte.

Un carácter que permitió al conjunto español volver a meterse en un partido, que parecía casi perdido para los de Manolo Cadenas, con los cuatro goles de desventaja (14-18) con los que concluyó la primera mitad.

Sin embargo, el carácter no es suficiente para derrotar a un equipo francés, que busca en Doha convertirse en la primera selección en ganar cinco títulos mundiales, como pudo comprobar una España a la que le faltó claridad ofensiva, en unos minutos finales, en los que Francia hizo valer sobre la pista el peso de su leyenda.

Conscientes ambos conjuntos de la fortaleza defensiva del rival, tanto españoles como franceses salieron dispuestos a que su oponente no fuera capaz de armar su entramado defensivo, lo que convirtió el arranque de partido en frenético ir y venir de un área a otra.

Una escenario que no pareció beneficiar en especial al conjunto español, que necesita sentirse seguro atrás, para dotar a su ataque de la paciencia necesaria para explotar la efectividad de sus hombres de segunda línea.

Máxime cuando enfrente se enfrente se encuentra una de las defensas más aguerridas del planeta, la del conjunto francés, que aprovecha como pocos la superioridad física de gigantes como los hermanos Nikola y Luka Karabatic y Cedric Sorhaindo.

Todo lo contrario que Francia que pareció encantada con ese constante ir y venir, que permite explotar la potencia de lanzadores como el propio Nikola Karabatic o Daniel Narcisse, imparables cuando encaran la portería rival en carrera.

Un grave problema para la selección española, al que se unió la inteligencia y movilidad entre líneas del extremo Michael Guigou, que con tres goles casi consecutivos puso a los quince minutos de juego un más que inquietante 7-12 adverso para el equipo español.

Circunstancia que obligó al técnico Manolo Cadenas a buscar soluciones, que España pareció encontrar con el cambio a un defensa 5-1, que pareció dotar, por fin, de algo de consistencia al entramado defensivo español y la entrada del joven Alex Dujshebaev.

Precisamente, dos goles del benjamín de la selección, así como una magnífica asistencia al extremo Albert Rocas, permitieron recortar a España recortar su desventaja hasta los dos goles (13-15), que parecieron permitir a los españoles reengancharse al duelo.

Una ilusión que se encargó de romper el guardameta francés Thierry Omeyer, que con sus paradas en los minutos finales del primer tiempo se encargó de devolver a España a la realidad, una dura realidad, plasmada en el 14-18 que reflejaba el marcador a la conclusión del primer período.

Pero esta selección española, la vigente campeona del mundo, no entiende de convenciones, ni de guiones preestablecidos, que siempre señalan a Francia como ganador, como demostró en el arranque del segundo tiempo, en el que España apretó los dientes como nunca en defensa.

Un carácter que permitió a los «hispanos» situarse a tan sólo un gol de distancia (18-19), que ni las dos exclusiones consecutivas de Jorge Maqueda y Viran Morros permitieron al equipo francés, mucho más espeso que en el primer tiempo, ampliar.

Circunstancia en la que fue determinante la actuación del joven Gonzalo Pérez de Vargas que dio cumplida réplica a Omeyer, con cuatro soberbias paradas, incluida una a lanzamiento en contragolpe de Daniel Narcisse, que hicieron crecerse todavía más al conjunto español.

Sin embargo, para derrotar a Francia hace falta algo más que coraje y defensa, tal y como se comprobó en los siguiente minutos en los que España pagó su atasco en ataque con una nueva arremetida del conjunto galo (18-21).

Un tanteador que los de Manolo Cadenas a base, más de voluntad que de juego, lograron de nuevo apretar (21-22) a falta de diez minutos para la conclusión.

Pero cuando España parecía más cerca de la remontada, tras la exclusión de Xavier Barachet, el conjunto español volvió a caer en los mismos errores que ya le costaron el año pasado la derrota ante los galos en la semifinal del Europeo.

Como ocurrió en la localidad danesa de Herning, los jugadores españoles no supieron sacar partido de su superioridad numérica, un gravísimo error ante un equipo tan experimentado como el francés, que no desaprovechó el regalo para situarse de nuevo con tres goles de ventaja (21-24) en el tanteador.

Una diferencia que pese al empeño de la selección nacional cada vez más inabordable en defensa, los de Manolo Cadenas no pudieron ya enjugar estrellados ante el meta Omeyer y la solidez de un equipo francés, que hizo pesar sobre la pista, en todas las facetas, su inigualable historia (22-26).