El jugador del Atlético de Madrid Antoine Griezmann celebra un gol. | Reuters

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Atlético de Madrid 3 – 1 Sevilla
Atlético de Madrid: Oblak; Vrsaljko (Juanfran, m. 2), Savic, Godín, Filipe; Carrasco (Gaitán, m. 82), Gabi, Saúl, Koke, Carrasco; Gameiro (Fernando Torres, m. 61) y Griezmann.
Sevilla: Sergio Rico; Mariano, Mercado, Rami, Lenglet (Jovetic, m. 46), Sarabia (Vitolo, m. 63); Escudero, N'Zonzi; Ben Yedder (Correa, m. 63), Nasri y Vitolo.
Goles: 1-0, m. 36: Godín cabecea una falta lanzada por Griezmann. 2-0, m. 60: Griezmann, de falta directa a la escuadra. 3-0, m. 77: Koke, a puerta vacía tras un pase de Juanfran y un rechace. 3-1, m. 84: Correa culmina un contragolpe.
Árbitro: Gil Manzano (C. Extremeño). Amonestó a los locales Filipe (m. 39) y Carrasco (m. 54) y a los visitantes Escudero (m. 22), Rami (m. 36), Sarabia (m. 46) y Mercado (m. 60).

Un partido solvente del Atlético de Madrid, los goles del francés Antoine Griezmann, también asistente, del uruguayo Diego Godín y Koke Resurrección sometieron al Sevilla, doblegado sin matices, apretado ya en el tercer puesto y alejado, probablemente ya definitivamente, de la pelea por el título de Liga.

El Atlético fue mejor por ambición, por ocasiones, por juego, por intención y por convicción que el conjunto andaluz, que se marchó del Vicente Calderón con un gol anecdótico en el tramo final, de Correa, con todo ya decidido, con sólo dos puntos de ventaja sobre los rojiblancos y con la diferencia particular, además, perdida.

El inicio del Atlético fue potente. Lo tenía claro el equipo madrileño y lo intuía el Sevilla. Por eso, el primero propuso una velocidad trepidante en cada ataque, en cada presión, en cada transición, dispuesto para encerrar a su adversario. Y, por eso, el segundo lo esperó con prudencia, armado atrás, a la expectativa.

Le dio al Atlético para empujar atrás a su rival, pero no para mover el marcador. Sí para unos cuantos amagos, con más intención que éxito; para generar agitación en torno al área visitante y para una ocasión, la contra que manejó a la perfección Yannick Carrasco y que terminó con una vaselina en el larguero de Kevin Gameiro.

Después sí, en el minuto 36, cuando todo ya parecía algo más equilibrado desde cuarto de hora antes, cuando el Sevilla, con un sistema cambiante en las posiciones de sus futbolistas, con Nasri descargado de obligaciones defensivas, ya tuvo solventado el arrebato con el que comenzó el Atlético y se asomó en el otro área.

Lo hizo poco, sin profundidad ni constancia todo el partido, en el primer tiempo apenas en un penalti que reclamó Ben Yedder y que no fue, porque Jan Oblak fue hábil al recoger el brazo en el momento oportuno, y de pronto, en un detalle inesperado en un encuentro de tal magnitud, se encontró por detrás con un gol de Diego Godín.

Hubo mucho de mérito tanto en el preciso y tocado pase a balón parado de Antoine Griezmann como en el certero cabezazo del central uruguayo, pero también mucho demérito en el desajustado movimiento de la defensa del Sevilla. Unos lanzaron el fuera de juego, otros se fueron hacia atrás y Mercado se olvidó de Godín, que remató solo.

Un detalle en el área, de esos que aumentan su transcendencia en un duelo entre dos equipos de alto nivel, que desniveló el encuentro al descanso. Había sido mejor el Atlético, sobre todo al comienzo, pero tampoco había generado apenas oportunidades. A la segunda clara marcó su gol, concreto y ganador al intermedio. Y también al final.

Pero, más allá de eso, también suponía una reflexión para el Sevilla. Sin proponer algo más en ataque, salvo alguna aparición de Nasri o Vitolo que terminaron en nada, y sin un plus de presión e intensidad no hay forma de ganar en el Calderón. Ni con el 0-0 ni con el 1-0. Necesitaba más, mucho más, para superar al Atlético.

Desde el banquillo mostró cierta intención para el segundo tiempo, con una simple sustitución -entró Jovetic, un delantero, y se fue Lenglet, un central-, con la que removió su sistema, de los tres centrales a la línea de cuatro, y con su primer tiro entre los tres palos, un remate flojo y centrado de tacón de Pablo Sarabia.

Ya algo para las estadísticas y las sensaciones ofensivas del equipo andaluz, pero, a la vez, nada inquietante para el Atlético, con la mente mucho más despejada en ataque que su rival, sobre todo cuando la conexión atañe a Gameiro y Griezmann, que se entienden de forma extraordinaria. El primero sirvió, el segundo remató. Fuera.

Por unos milímetros, los mismos que le faltaron después a Gameiro en un control ante Sergio Rico y que luego separaron al portero de impedir el golazo de falta directa de Griezmann, imposible para el guardameta por potencia, dirección y golpeo del internacional francés, aclamado por todo el Calderón a la hora del encuentro.

Igual Fernando Torres instantes después, alentado con sus brazos también por el propio Simeone, cuando entró al campo, su reaparición en un encuentro tras el choque que le dejó inconsciente el pasado 2 de marzo en Riazor para la última media hora ante el Sevilla, del que no hubo ni rastro de reacción, con el 3-0 en contra de Koke y con el 3-1 de Correa para rebajar una derrota incontestable.