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Miquel Alzamora / Albert Orfila Nada le fue bien a Bernd Krauss durante su estancia en el banquillo del Real Mallorca. El alemán estuvo desde el primer día bajo sospecha, fundamentalmente porque sólo una vez fue capaz de que su equipo enganchara dos resultados positivos (Arsenal y Athletic). Imbuido en un calendario frenético, él y sus futbolistas notaron el vértigo que produce competir en dos competiciones (Liga y Champions League) y acabar abonado al fracaso en ambas. Krauss pasará a la historia de la SAD balear como el entrenador que metió al equipo en la competición de clubes más importante del mundo (eliminó al Hajduk Split), pero la falta de recursos que ha evidenciado para remontar la crisis agotaron su crédito.

Todo se torció desde el principio. Cronológicamente, el regreso de Fernando Vázquez a Son Moix supuso el primer golpe. La UD Las Palmas aleccionó al Mallorca y le endosó un elocuente 0-3. El 11 de septiembre, fecha en la que el coración de Estados Unidos fue golpeado con dureza, el Mallorca tenía cita con la historia. Se estrenaba en la Liga de Campeones y topaba además con el Arsenal, uno de los mejores equipos del mundo. Un gol de Vicente Engonga, que transformó una pena máxima, dictó sentencia. Ariel Ibagaza se lesionaba de gravedad. Pocos días después, el reencuentro con la Liga también arrojó buenos dividentos. El Mallorca visitaba San Mamés y un tanto de Samuel Eto'o tumbaba al Athletic de Heynckes. El equipo ofreció su versión más pobre en Grecia y el Panathinaikos se dio un festín ante un conjunto sin rumbo (2-0). En la Liga, el Deportivo Alavés, curiosamente con otro ex entrenador bermellón en nómina "José Manuel Esnal «Mané»", sumaba un empate en Palma (0-0), aunque la sensación de superioridad que dejó fue evidente.

No obstante, Krauss volvió a encontrar un punto de apoyo en la Champions, concretamente en Gelserkichen. En una función horrorosa, el Mallorca supera al Schalke 04. En Vigo se inició la cuenta atrás de Bernd Krauss. Siete días después, el Villarreal de Víctor Muñoz, otro viejo conocido, dejaba claro lo vulnerable que era Son Moix. En el Nou Camp, más de lo mismo, aunque esta vez el partido resultó breve. El cuadro azulgrana arregló el partido en algo menos de cuarenta y cinco minutos: 3-0 al descanso. Un sector de opinión reclamaba el despido de Krauss e incluso se condicionaba su continuidad al resultado del partido ante el Zaragoza. Noventa minutos después, el marcador fue el de siempre (0-1). Llegaba la Copa. El bombo emparejó al Mallorca con el Zafra, un modesto conjunto de Segunda B que apenas opuso resistencia (0-1). En la ciudad hispalense le aguardaba de nuevo la Liga. Esta vez sí hubo goles, pero el Sevilla siempre tuvo capacidad de respuesta y acabó arrinconando al Mallorca (2-2). La situación empezaba a ser insostenible. Llegó el Schalke y se acabó el ciclo de Krauss. El recambio, Kresic.