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Acomodado en los puestos continentales y respaldado por el magnetismo de sus números recientes, el Mallorca puede igualar esta tarde uno de los registros más brillantes de su extensa hoja de servicios para seguir dándole lustre a un inicio de película. El conjunto balear, que aprovechará la visita del Zaragoza para cerrar la ventana del 2009 ante su público, apurará también la posibilidad de engarzar la séptima victoria consecutiva del ejercicio entre los muros de Son Moix y de sellar definitivamente la compuertas de un recinto que en todo el año sólo ha sido profanado en dos ocasiones. Sin embargo, una victoria supondría algo más que tres simples puntos o la enésima plusmarca de Manzano. Y es que, mientras la bruma institucional se sigue espesando, el equipo afronta otra prueba de impermeabilidad (ONO Estadi, PPV, 17.00 horas).

Al margen de los desafíos que se acumulan sobre la mesa, la plantilla mallorquinista va a someter a análisis su propio juego, algo devaluado en las últimas representaciones. Derrotó al Almería (3-1) y rascó un empate en un escenario habitualmente hostil como Mestalla (1-1), pero ni en un caso ni en otro llegó al nivel que había alcanzado durante la génesis del curso y tuvo que confiarse a los guantes de Aouate para salir del paso. Hoy tiene una buena ocasión para remediarlo y para acabar con los vicios que han ido ensuciando su juego. Más que nada, porque recibe a un enemigo de su talla que suele perder peso cuando se aleja de su estadio.

Manzano, al que se le da especialmente mal el mes de diciembre, sigue cargando con la baja de Fernando Varela, aunque eso tampoco va a alterar demasiado sus planes. El centrocampista sevillano, que sólo ha intervenido en tres encuentros de la competición doméstica, le ha cedido su asiento a Julio Àlvarez y éste acostumbra a exprimir muy bien los minutos que tiene. De hecho, su acceso al once se presume como el único gran cambio con respecto al equipo de la semana pasada. El jugador de origen venezolano, titular en todos los partidos de casa a excepción del primero (no había cerrado todavía su fichaje por el club isleño), ocupará casi con toda seguridad la plaza de Pep Lluís Martí, que dejará solo a Mario en las tareas defensivas de la zona ancha. En otras palabras, el grupo bermellón recuperará su aspecto más común como local, con Castro escorado hacia el flanco izquierdo y Aduriz y Víctor compartiendo responsabilidades ofensivas. De cintura para abajo, Josemi continuará instalado en el lateral derecho ante la ausencia de Felipe Mattioni, que se quedó sin sitio en la convocatoria después de arrastrar algunas molestias durante la semana. Junto a él estarán en la grada Bruno China, Óscar Díaz y Pezzolano.

En cuanto al enemigo de turno, se presenta en la Isla condicionado por unas necesidades que se acentuaron tras la derrota de la semana pasada ante el Osasuna. En cualquier caso, su primera gran prueba es quebrar el maleficio que le persigue a domicilio, donde no gana en Primera División desde el pasado 31 de octubre de 2007. En aquella ocasión tumbó al Almería (0-1) y desde entonces no sabe lo que es ganar fuera en la máxima categoría (20 partidos), aunque tampoco hay que olvidar que la pasada temporada el equipo maño militó en Segunda División, precisamente tras perder en una última amarga jornada en terreno rojinegro.

El Zaragoza aspira a romper esa larga sequía sumando tres puntos que le darían tranquilidad, ya que se encuentra a cinco de los puestos de descenso. La distancia no parece importante, pero otra caída en la capital balear activaría las alarmas de La Romareda.