«La salida fue una locura, ya es un éxito conseguir que no te rompan en ese momento. Los tres primeros kilómetros es un ‘sálvese quien pueda», relata el deportista de origen asturiano y con experiencia en esta prueba. «En la primera curva, ya me tiraron al agua. En ese momento lo importante es estar atento para que no venga de proa otra piragua porque te puede dejar KO dentro del río, pero conseguí subirme rápidamente al kayak otra vez», explica.
Solís competía en Surfski, un kayak de mar con el timón retráctil para no romperse al tocar el fondo, y mantuvo un gran control de sus adversarios para terminar alzándose con el triunfo. «En el kilómetro 3 era tercero y en el 5 ya era segundo, a partir de ahí fui marcando al primero, un portugués, hasta que, más o menos a media carrera, le sobrepasé y ya me mantuve en cabeza hasta el final», analiza.
El deportista del Club de Mar mantuvo su táctica, pero al margen de la técnica, la experiencia y el saber manejar las diferentes situaciones de carrera tiene claro que en una competición con el Descenso del Sella con tanta competencia «hay que ir a morir». No en vano César Solís no bajó de las 180 pulsaciones por minuto en ningún momento. El triunfo de Solís fue la mejor recompensa al esfuerzo para completar una prueba tan exigente y del prestigio del Descenso Internacional del Sella que coronó a Jeremy Candy y Quentin Urban en K2 y Walter Bouzan en K1.
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