Imagen de la plataforma que da cobijo al Principado de Sealand.

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Pasó completamente desapercibido el pasado sábado sobre el césped del campo de fútbol anexo al Palau de Son Moix, durante el partido amistoso de fútbol americano entre los Mallorca Voltors y los Sealand Seahawks National. Pero por allí pasó un príncipe. Al menos, así se autoproclama y reconoce Michael I de Sealand, jefe de estado de una micronación que ha convertido en el márketing, su imagen y marca y su página web en una ingente fuente de ingresos que le permite sostenerse más allá de los dos pilones que soportan la plataforma antiaérea que sirve de sustento a lo que muchos definen como 'quijotada', otros dicen que posee algo de romanticismo, pero la mayoría tildan de negocio.

Michael I heredó el Principado de Sealand, un microestado sin reconocimiento internacional y oficial -más allá de otros casos paralelos- que creó su padre, declarando su independencia y soberania el 2 de septiembre de 1967. Un total de 550 metros cuadrados en pleno Mar del Norte, a siete millas náuticas (unos 13 kilómetros) de la costa sureste de Inglaterra, cerca de Ipswich. Esa distancia le permitía estar fuera de las aguas territoriales británicas y en espacio internacional.

Esa plataforma hoy sede del Principado de Sealand -país del mar- fue una plataforma de defensa antiaérea ante los ataques alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, tras la cual fue abandonada. Así, en 1965, un exmilitar británico, Paddy Roy Bates dio forma a su plan de poner en marcha una emisora de radio pirata (Radio Essex fue su primer nombre), algo común y muy perseguido por la ley en aquel entonces. Lo probó en una primera plataforma, pero tuvo que huir con su esposa e hijos, encontrando cobijo en Roughs Tower, la espectral construcción visible desde la costa que se conoce mundialmente como Sealand.

Como la ley prohibía emitir desde plataformas como Roughs Tower, Paddy tuvo una idea brillante: el 2 de septiembre de 1967 declaró la independiencia y soberanía propia del Principado de Sealand, como regalo de cumpleaños hacia su esposa, a quien nombró princesa de esa porción emergente sobre el frío Mar del Norte.

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Conflictos diplomáticos, un intento de golpe de estado frustrado en 1978, tomando como rehén al sucesor al trono, Michael Bates -hoy Michael I de Sealand-... Han sido muchas las vicisitudes en el devenir de Sealand, que en 1987 vio cómo el Reino Unido extendía sus aguas territoriales, abarcando el espacio de la plataforma, cuya fama empezaba a trascender mundialmente. Como respuesta, el Principado reclamó sus propias doce millas de sobernaría nacional.

Paddy Roy Bates falleció en 2012, pasando el 'trono' a manos de su hijo Michael, quien residía en Inglaterra pero defendía la soberanía del espacio creado por su progenitor y abrió un nuevo marco de negocio. La llegada de Internet ofreció un mercado global, y así a través de su página web estatal, se puede hasta adquirir un título nobiliario de Sealand, además de numeroso merchandising, incluyendo sellos y monedas (Dólar de Sealand), cotizados por su carácter único y la especificidad del 'país del mar'.

Las solicitudes de ciudadanía y pasaportes se dispararon, siendo esos documentos un foco de problemas que alcanzaron a España, donde se maquinaron estafas en nombre de la nacionalidad de Sealand, mostrando la presencia de una red internacional que cometió incontables y vriados delitos amparados en los pasaportes del Principado, cuya venta era una ingente fuente de ingresos de capitales.

En la actualidad, una mínima presencia humana custodia Sealand, sede de servidores de Internet y un casino virtual, propiedad de Michael I, empresario del sector del marisco. Y del que España es uno de sus principales clientes a través de la empresa 'Fruits of the Sea', que exporta berberechos y marisco a nuestro país, que ha recibido a uno de sus múltiples equipos deportivos.

Porque Sealand tiene selección nacional de fútbol, no reconocida oficialemente y que entona el himno nacional (E mare libertas) antes de cara aparición. O equipos masculino y femenino de fútbol americano, los Sealand Seahawks National, que junto a Michael I pasaron por Son Moix dejando una curiosa estampa. La del jefe de estado junto a su segunda esposa y ahora princesa de Sealand, Mei Shi, una ex militar china convertida en primera dama de un país tan curioso como oscuro a la vez.