Joaquín Caparrós, durante el último encuentro del Mallorca. | Javier Díaz

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Una vez curadas en Sevilla sus heridas más graves y tras casi una semana cargando las baterías, el Mallorca vuelve a enfundarse esta tarde el mono de trabajo. El equipo de Caparrós, liberado del yugo de la clasificación después de quebrar una serie agónica de resultados, se arremanga para darle la vuelta al calendario con un aspecto más saludable. El domingo día 6 de enero el ejercito bermellón recibirá en su cuartel general a un Atlètico desmejorado por las bajas -acudirá a la Isla sin Radamel Falcao, Arda Turan o Miranda, todos ellos sancionados- en otro partido fundamental para definir la altura de su vuelo. Y si una victoria ayudaría a sofocar de manera importante el fuego, otra derrota lo dejaría todo como estaba y devolvería los fantasmas al interior del vestuario.

Desconexión

En seis días de desconexión el Mallorca ha tenido tiempo de llenar los pulmones de oxígeno, levantar otra vez la cabeza y observar el horizonte con cierta calma. Su reconfortante paso por el Villamarín quebraba una de las hileras de resultados más nocivas de toda su historia y aunque el juego y los números del equipo necesitan todavía mucha continuidad (ha sumado 5 puntos de 36 y sólo ha festejado un triunfo en los últimos 15 partidos oficiales por los que ha pujado), ha disfrutado al menos de unas fiestas poco ruidosas en el capítulo deportivo. Algo impensable tras la derrota ante el Athletic o en el prólogo de su cita ante el Betis.

En principio, la plantilla empezará a sudar los turrones sin demasiadas bajas notables en sus filas. A la espera de que se confirme el regreso de Antonio López, ausente desde principios de octubre por una rotura del menisco externo de la rodilla izquierda, Caparrós lo va a tener casi todo a mano. Sólo Víctor Casadesús, recuperado para la causa en Heliópolis aunque sancionado por acumulación de amonestaciones, aparece ahora mismo en el parte de bajas confirmado para medirse al Atlétic en la noche del día de Reyes (21.00 horas). Mientras tanto, el técnico recuperará a Geromel y podrá conservar la apariencia más clásica de la defensa.

Sea como sea, le espera al Mallorca un final de primera vuelta movidito en el que no habrá espacio para un solo despiste. Con 16 puntos en la mochila y únicamente 6 por disputarse hasta cruzar el ecuador del campeonato, no hay tiempo que perder. El equipo debe sumar al menos 4 puntos en sus dos próximos cruces para rebajar el nivel de exigencia durante el segundo ciclo de la competición y mantener una distancia prudencial con los pasillos del infierno.

Frente al Atlético, segundo clasificado por detrás del Barça, el Mallorca tratará de encadenar dos triunfos por primera vez esta temporada. La escuadra de Simeone, intratable en su estadio, pierde varios caballos de potencia cuando sale del Calderón y acudirá a la capital balear sin sus puntos de apoyo más fiables, un hecho que también ha contribuido a elevar la maltrecha moral rojilla.