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Ahora que la liga se apaga, ha decidido el Mallorca aproximarse otra vez al infierno. Roto de arriba a abajo, desfigurado y sin alma, el equipo de Carreras se dejó anoche en El Toralín casi todas sus posibilidades de ascenso. En un escenario incómodo y ante una Ponferradina con el agua al cuello que le avergonzó en todos los sentidos, los baleares sufrieron otro de sus característicos desmayos y además de perder de vista la zona alta, ahora deberán trabajar para cubrirse la espalda y acorazar su plaza en la categoría. Por duro que parezca, ése es su nuevo cometido. Así de cierto. Así de cruel (2-0).

Había intentado Carreras lavarle la cara al Mallorca después de lo sucedido en Lugo. Molesto e incómodo, el técnico había ido telegrafiando durante la semana una serie de cambios que trasladó a la hierba de El Toralín. Además de apuntalar la defensa devolviendo a Kevin al costado izquierdo, rediseñó el centro del campo con Iriney mientras buscaba profundidad por medio de Álex Moreno. Sin embargo, encalló el técnico catalán con sus permutas, bloqueadas casi siempre por la corpulencia de una Ponferradina que desde el primer minuto entendió que se jugaba la vida.

Le costó al Mallorca hacerse un hueco en el encuentro y progresar. Además de toda esa carga que transportaba sobre los hombros tras conocer el resto de resultados de la jornada, el equipo balear vivió todo el primer tiempo en la espesura, en un atasco permanente. Anestesiado y con muy poco que ofrecer en ataque, el conjunto balear centró toda su protección en defenderse y en tratar de imponer su gobierno en el centro del campo, otra tarea en la que fracasó de manera clara.

Poco a poco, la Ponferradina fue retocando el duelo a su gusto. A base de intensidad y de un notable esfuerzo físico, los bercianos empezaron a devorar al Mallorca, que tuvo que invertir 22 minutos en cuajar una acción con algo de peligro. Y muy básica, por cierto, ya que tuvo que ser Thomas, con un lanzamiento desde el balcón del área que se fue a la izquierda de Dinu, quien abriera la lata. Mientras tanto, en la otra orilla, la temperatura subía. Llegando a la media hora, Berrocal cruzaba mucho su remate al encontrarse con Miño y Yuri, un minuto después, se quedaba sin suministro al rebañar el campo bermellón. La amenaza local estaba sobre la mesa.

Con el gol de la Poferradina cociéndose fue Hemed el que acabó propulsando al once de Claudio. Reclamado en funciones defensivas sobre el perfil izquierdo, el israelí perdió un duelo absurdo con Javi Lara y el jugador blanquiazul le sacó punta colándolo en el corazón del área. Allí, entre un nido de piernas, apareció Alberto Aguilar para tocar el cuero y tirar a su invitado por el precipicio.

El Mallorca grapó el primer tiempo sin aprovechar su turno de réplica y destapó el segundo tiempo con el mismo traje e idénticas sensaciones. Porque salvo la calidad en pequeñas dosis de Marco o la electricidad de Álex Moreno, tampoco había nada a lo que aferrarse.

Carreras movió ficha enseguida. Quitó a Generelo, adentró a Razza y desplazó algunos de sus peones sobre el terreno de juego. De todas formas, el agujero seguía abierto y el equipo no encontraba el camino hacia el marco de Dinu. Además, todo acabó de desmoronarse solo dos minutos después del cambio, tras otro error individual difícilmente justificable. Esta vez fue Ximo, con un oscuro intento de despeje, quien permitió un remate de Yuri que sonaba a despedida. Del partido y, muy probablemente, de la carrera por el ascenso.