Un aficionado, rodeado por cientos de asientos vacíos, en una de las tribunas del estadio de Son Moix. | Joan Torres

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Son Moix se vacía. Temporada a temporada. Mes a mes. Partido a partido. Víctima de una estampida inquietante, la instalación del Camí del Reis registra las temperaturas más frías de sus quince años de historia. El descenso y las tropelías de los últimos tiempos se han clavado como un puñal en el corazón del aficionado de base, que ha decidido restringir de manera radical su presencia en las gradas. Los índices de asistencia se desplomaron con cierta lógica tras la caída al foso de la Segunda División, aunque el problema real es que desde entonces las grietas de la tribunas se han ido dilatando. Tanto, que de un ejercicio a otro las cifras se han reducido en más de un 34% y hay unas 3.000 personas menos de media en cada actuación del equipo.

Son Moix tocó fondo el pasado fin de semana, curiosamente, durante la función más agradable que se recuerda tras la caída a los infiernos. El frío, la lluvia y la televisión en directo eran coartadas tan válidas como recurrentes. Igual que la situación de un conjunto que desde que dejó de coquetear con la nobleza del fútbol español ha establecido su techo en la séptima plaza y no ha dormido una sola noche bajo la lona de la zona de playoff. Sin embargo, los dígitos generales revelan una herida mucho más profunda. Una sangría imparable que solo se ha amortiguado de manera puntual en los 35 partidos de plata que ha protagonizado el Mallorca en su hogar hasta el momento. Los 4.444 espectadores que según el propio club había en el auditorio ante Osasuna así lo recuerdan.

En esa dirección, a Claassen y su equipo de trabajo de la entidad se les acumula el trabajo. La temporada pasada, con el trauma del descenso todavía fresco y el cuerpo amoratado, el club consiguió reunir a unos diez mil socios en torno a su hoguera y casi doscientas mil personas (194.003) desfilaron por el estadio a lo largo de toda la campaña para arrojar un promedio de 9.285 por encuentro. Unos datos maquillados gracias al último y decisivo partido frente a Las Palmas en el que Nsue y Hemed acercaron la permanencia. Ese día había más de 15.000 espectadores en el campo. Quince días antes, contra el Jaén, apenas se superaron los 5.000.

Actualmente la SAD cuenta con 7.991 abonados, pero la presencia media en el estadio está muy debajo de esa línea. Los catorce partidos que ha jugado el equipo en suelo balear han concentrado a poco más de 85.091 seguidores. O lo que es lo mismo, unos 6.000 asistentes de media. Unos números que sitúan a la masa social del club en el ecuador de la categoría. Por debajo de equipos como Alavés (9.395), Racing (8.213) o Albacete (7.223) y no muy por encima de las de Leganés (5.060) o Recreativo (5.400).

Los gestores del Mallorca esperan que la estabilidad institucional y una posible rehabilitación deportiva taponen el desagüe y devuelvan el calor a las gradas. Mientras tanto, las puertas de salida estadio seguirán abiertas.