El entrenador del Real Mallorca, Fernando Vázquez, durante un partido en Son Moix. | Miquel Àngel Borràs

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En diez meses de viaje el Mallorca siempre ha volado a poca altura, entre turbulencias. Y tras la enésima maniobra de riesgo, parece que Son Moix se ha cansado del pilotaje de Fernando Vázquez. Ni siquiera ha hecho falta que el equipo tocara fondo para que el aficionado rojillo se revolviera de nuevo contra su entrenador y parte de lo que envuelve al proyecto.

Origen: Una salvación agónica

El distanciamiento entre Fernando Vázquez y la grada se escenificó el sábado con el Zaragoza como testigo, pero tiene su origen en la temporada anterior. El de Castrofeito llegó en enero, tras la entrada de la nueva propiedad y con un manojo de fichajes de apoyo. Arrancó bien, pero pronto el equipo se le deshizo y empezó a enredarse. Tanto, que no encontró hasta la última jornada la cuerda de salvamento.

Falta de personalidad: Un equipo sin sello propio

Una de las cosas que tampoco perdona el mallorquinismo es que el equipo, tras tantos meses de trabajo, no tenga unos rasgos marcados, carácter o una personalidad propia.

Gestión: Decisiones polémicas

La gestión de los partidos, o al menos de algunos de ellos, también han ido levantando ampollas en la tribuna. La que desató la bronca del fin de semana contra Vázquez fue una de ellas. Los aficionados no comprendieron del todo la salida de Lago Junior y reaccionaron inmediatamente pidiendo su marcha.

Declaraciones: Un discurso poco acertado

Las declaraciones de Vázquez prometiendo el ascenso o calificando de «muy difícil» la derrota ante el Zaragoza no solo han generado frustración, sino que se han acabado volviendo contra el técnico por la falta de resultados.