Yuste se pone las manos en la cara en un lance del partido ante el Levante. | Redacción Deportes

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El peor rival posible en el peor momento de los últimos tiempos. Después de una semana plagada de incendios, con los rescoldos del fuego todavía activos por todos los pasillos de Son Moix, el Mallorca afronta este sábado (20.30 horas, Son Moix, GolT) otra final en el decorado menos propicio posible. El imparable Levante -aventaja en 18 puntos al tercero y en 38 al conjunto isleño- medirá la profundidad de una crisis social y deportiva que estalló el miércoles con la bronca entre el técnico Javier Olaizola y algunos aficionados en el parking del estadio.

Fue la fotografía de una situación extrema. Del agujero negro en el que lleva inmerso este club en el último lustro. Para rematar la semana negra llega a Son Moix un enemigo insaciable. Un equipo que apenas necesita un zarpazo para tumbar a su rival a la lona. Un grupo que funciona con la precisión de un reloj suizo que está rellenando una tarjeta sin apenas mácula y que afrontará los dos últimos meses del campeonato con la credencial de Primera colgada en su cuello.

El Mallorca es todo lo contrario. Un grupo perdido, sin confianza y resquebrajado por los últimos resultados que atraviesa por su momento más bajo del curso. Las huestes de Olaizola acumulan cinco semanas sin alzar los brazos (dos de los últimos quince puntos en juego) y se asoman sin remedio al acantilado que acaba en Segunda B.
La imagen, barriobajera, de hace apenas 72 horas ha enrojecido al mallorquinismo, que ve cómo todo el castillo construido en las últimas décadas amenaza un serio peligro de derrumbe.

Ganar este sábado al líder alcanza casi tintes épicos para un equipo que en los últimos cuatro meses y medio solo ha sido capaz de vencer a Mirandés y Rayo Vallecano, ambos en descenso...

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Ganar al líder -solo ha perdido cuatro partidos- supondría dar un puñetazo encima de la mesa, acallar a los agoreros y armarse de moral de cara a la cita del próximo viernes en Alcorcón. La derrota, en cambio, empujaría al grupo balear más cerca del pozo de Segunda B.

Para esta final, Olaizola ha citado a 21 jugadores -realizará tres descartes- dejando fuera a Óscar Díaz, a Saša Zdjelar -con la sub’21 de Serbia-, y a los lesionados Campabadal y Juan Domínguez. Por contra, el técnico recupera a Juan Rodríguez y al portero Roberto Santamaría, aunque en principio no serán titualares.

El entrenador guipuzcuano, que también se juega una porción notable de su destino, no ha dado pistas sobre el once ni el planteamiento, aunque dejó caer que rellenará de plomo la sala de máquinas. Quizás con un doble pivote de contención, caso de Yuste y Álex Vallejo, o incluso con un trivote.

Más allá de nombres, sistemas o pizarras, el Mallorca necesita apagar todos los fuegos. Ganar al Levante supondría el mejor inicio posible para la remontada hacia la salvación.