Rodrigo Ely sujeta a Aleix Febas ante Wakaso y Tomás Pina, durante el Alavés-Mallorca de la primera vuelta, disputado en Mendizorroza. | Carlos Gil-Roig

TW
1

Después de la tormenta, partido de fútbol. A muy pocos metros de los despachos donde el Real Mallorca alteró esta semana las coordenadas de su trayectoria, la permanencia reclama este sábado otra dosis de cuidados intensivos. Con Maheta Molango desalojado del palco y el equipo de regreso a las arenas movedizas de la Liga, el conjunto balear se asoma a otro de esos partidos marcados con un enorme asterisco. La primera de las quince finales a las que se ha referido Vicente Moreno para definir el tramo de jungla que le falta por recorrer. Magullado, herido en el orgullo y sin ninguna cornisa a la que agarrarse después de hincar la rodilla en Cornellà, la escuadra isleña está obligada a recuperar las llaves de su estadio para impedir que el Deportivo Alavés alce definitivamente el vuelo y que la grieta que separa a las cuatro últimas posiciones de la tierra firme se siga abriendo (Son Moix, Movistar LaLiga, 13.00 horas).

No ha sido una semana tranquila para el Mallorca, que a los movimientos de tierra que ha sufrido fuera del campo ha añadido una serie de averías deportivas por encauzar. Devuelto a las brasas de la clasificación por un cabezazo de Raúl de Tomás que además recomponía la figura del Espanyol, uno de los mayores enemigos directos, incidía en un bache de resultados que empieza a ser demasiado pronunciado incluso en casa, su refugio más fiable, en el que ha perdido tres de los cuatro últimos encuentros que ha disputado. En ese tiempo se le ha empañado el punto de mira —hilvana tres encuentros sin celebrar ningún gol— y hace casi cuatro meses que no cierra del todo su portal. Unos registros demasiados oxidados que le convierten a su vez en el equipo en peor forma de los cuatro que abrochan la tabla por abajo.

Por todas esas razones, la llegada del Alavés viene cargada de dramatismo, de la sensación de que otro error podría resultar fatal. La afición lo sabe y también parece dispuesta a apretar más de lo habitual para tirar del carro como en las citas marcadas en rojo de las últimas temporadas.

Noticias relacionadas

Una de las mejores noticias que ha recibido estos días Vicente Moreno le llegaba desde los campos de Son Bibiloni, donde la mayoría de sus hombres están listos para la batalla, sin sanciones pendientes ni grandes problemas físicos a cuestas. Fiel a su manual cuando actúa en casa, el técnico valenciano no las cartas hasta hoy para darle forma a la convocatoria y decidir qué carretera toma, sabiendo que lo que pase marcará, de una forma u otra, los episodios que están por venir en la subasta por la salvación.

El Deportivo Alavés quiere olvidarse del todo del agujero que tiene a la espalda. Situado a tres partidos de distancia de la hoguera, el conjunto vasco sabe que ganar en Palma le apartaría de esa guerra puede que para siempre. Los babazorros han abierto con muy buenos modales la segunda vuelta —7 puntos de 12 posibles— y han seguido una línea ascendente en sus desplazamientos más recientes a los campos de Levante y Sevilla.

Asier Garitano trabajará en Son Moix para mantener esa tendencia y, como Moreno, ha tenido a casi toda su plantilla para elegir y diseñar un plan de asalto fiable. Sus únicas bajas son las de los lesionados Tomás Pina, excentrocampista del Mallorca, y el portero Roberto Jiménez.

Lo más probable es que el técnico del cuadro albiazul mantenga el dibujo táctico de su última función y cambie el planteamiento que puso sobre el tapete del Ramón Sánchez Pizjuán. En cualquier caso, saben que la presión está del lado del conjunto local y tratarán de amasarla en su propio beneficio.