Vedat Muriqi celebra su gol ante la afición mallorquinista en Son Moix. | M. À. Cañellas

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En menos de una semana como jugador del Real Mallorca, Vedat Muriqi ya ha recibido menciones de todo tipo. Instalado hasta hace nada en el anonimato, el kosovar ha transformado el recelo en ilusión a una velocidad meteórica. Si antes de llegar sus números levantaban sospechas, sus primeras actuaciones vestido de rojo y negro han seducido por completo a la afición de Son Moix y han restaurado el ataque de una plantilla que salía por la ventana del mercado de invierno en busca de cambios y estímulos. Al exfutbolista del Lazio le han bastado 156 minutos para convencer a una hinchada para la que oposita a ser el ídolo de esta segunda vuelta. Su gol de penalti contra el Cádiz, una actitud arrolladora y su tiranía en el juego aéreo han creado un vínculo especial con la grada.

Los primeros días de Muriqi al servicio del club han sido como un viaje a bordo de una montaña rusa. Reclutado con la misión de agitar el avispero en ataque, llegó siendo el centro de casi todos los memes y con una modesta carta de presentación bajo el brazo —con el Lazio solo había marcado dos goles y ambos la temporada pasada— que levantó cierta polvareda. Sobre todo entre una afición, la del Mallorca, que esperaba grandes nombres y futbolistas contrastados para salir del agujero y revertir la situación de los últimos meses. Tampoco ayudó que el director de fútbol del club, Pablo Ortells, admitiera en su análisis del mercado que el kosovar tampoco era la primera opción para mejorar el ataque.

Seguramente ajeno a todo ese ruido que había provocado su fichaje, Muriqi tardó poco más de un día en debutar en partido oficial con su nuevo equipo. Luis García Plaza aprovechó la plataforma de la Copa del Rey para mandarlo directamente a la arena junto a los otros dos recién llegados, Sergio Rico y Gio González. El partido no fue bien y el Mallorca salió en Vallecas de la rueda del torneo, pero Muriqi ya había empezado a dejar huella. Y ya no solo por ser el primer futbolista kosovar que inscribía su nombre en un acta del fútbol español. Participó en 22 duelos aéreos de los que ganó 15 y estableció el récord de la temporada para un jugador de LaLiga en un mismo encuentro entre todas las competiciones.

Con esos datos todavía frescos, a Muriqi no le costó mucho hacerse notar entre el mallorquinismo. Situado de nuevo al costado de Ángel, se pasó todo el primer tiempo por los aires e incomodando a los centrales del Cádiz —mantuvo un pique de lo más llamativo con el armenio Varazdat Haroyan— en busca de un gol que acarició varias veces. Primero rematando un saque de esquina y después con un testarazo que Ledesma tocó lo justo para desviar al palo. Entre una jugada y otra también intentó tirar el primero de los penaltis que señaló Del Cerro Grande, aunque Salva Sevilla impuso sus galones. Ya en la segunda mitad, el almeriense sí le cedió el segundo lanzamiento. «Grande bicho! Vamos a por más», le escribió después del partido en Twitter. «Gracias por tu regalo hermano», le respondió el Pirata. «Si haces eso, te regalo lo que quieras», zanjó el andaluz. El efecto Muriqi comenzaba a dejar rastro en un vestuario que ha vuelto a ver la luz.