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El Real Mallorca acumula siete partidos consecutivos sin ganar lejos de Son Moix y sólo suma tres puntos de los últimos dieciocho. Son estadísticas que apuntan al desastre, aunque el infierno aún queda lejos. Este domingo empató en Valladolid (3-3) en un partido vibrante que pudo ganar o perder. No es un buen resultado, pero la derrota era mucho peor. Sumar siempre es positivo, aunque el Mallorca debe ya sumar de tres para no caer en penurias más que peligrosas.

De inicio, el Valladolid del debutante Paulo César Pezzolano se adueñó del esférico, pero el Mallorca no pasó por apuros y buscó el gol al contragolpe. Amath dispuso de tres oportunidades, pero no acertó, mientras que Kike Pérez, poco después de que se cumpliera la primera media hora, inauguró el marcador para los pucelanos. El Mallorca acusó el golpe y desapareció por completo hasta alcanzar el descanso.

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La segunda parte fue diferente. El Mallorca remontó (1-2), pero empató el Valladolid. El duelo era un constante sube y baja de emociones, con demasiadas imprecisiones y con muchos errores. Monchu puso en ventaja a los pucelanos y cuando la derrota parecía segura el VAR hizo justicia y posibilitó un penalti que Muriqi transformó en el empate definitivo.

Javier Aguirre se ha quejado en varias oportunidades de la proliferación de partidos que ha de afrontar el Mallorca a las dos del mediodía. El CEO Alfonso Díaz, por su parte, aseguró que la Liga de Fútbol Profesional conoce perfectamente las quejas de la entidad. Entiendo que la presencia del coreano Kang in Lee es determinante para que se señalen tantos partidos del Mallorca a las dos de la tarde. En este fútbol tan mercantilizado casi todo es comprensible, aunque jugar a las dos de la tarde el Domingo de Pascua es pecaminoso. Seguro.