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No es el tipo más virtuoso de la Liga. Tampoco es un futbolista que destaque por su habilidad o su talento. Pero la importancia de Vedat Muriqi en este Mallorca es capital. El kosovar es un tesoro. Capaz de asumir la responsabilidad de lanzar el penalti en el descuento, con todo el estadio arrojando chatarra, para rescatar un punto en medio de la locura, dar un pasito más hacia la salvación y dejar al Valladolid cinco puntos (más el golaverage) por debajo.

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El grupo de Aguirre vivió al filo de la navaja. Se marchó al descanso con una derrota inmerecida. Alteró su destino con dos chispazos de Muriqi y Morlanes -vio la luz después de estar condenado al ostracismo-, se volvió a complicar su futuro con dos errores y cuando la tarde se había oscurecido apareció el VAR para entregarle al Mallorca un penalti y al tanque de Prizren la oportunidad de sellar su duodécimo gol de la temporada y su primer doblete con la casaca bermellona.

El punto es oro para un Mallorca que ha perdido fiabilidad defensiva -y eso que Rajkovic volvió a firmar intervenciones determinantes- pero que ha recuperado el gol después de varias semanas caminando por el desierto. A pesar de no vivir su mejor momento -un triunfo en dos meses y seis jornadas sin ganar-, el punto de Zorrilla aligera la carga de un equipo que afronta los diez últimos capítulos alejado del fango.