Vedat Muriqi, delantero del Mallorca, gesticula durante la entrevista. | Pilar Pellicer

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En poco más de un año, Vedat Muriqi (Prizren, 1994) se ha convertido en el jugador franquicia del Mallorca y en uno de los depredadores más peligrosos de LaLiga. De hecho, solo hay otros tres futbolistas —Lewandowski, Benzema y Enes Ünal— que superen su marca de goles (12) a estas alturas de la temporada. Pese a vivir una infancia marcada por la guerra, cree que la suerte le ha sonreído y que con su llegada a Son Moix ha encontrado su sitio.

—Ya está al nivel de los grandes goleadores de la historia del Mallorca. ¿Qué siente?
—Es un honor estar en esta lista, me da igual con cuantos goles. Con gente como Güiza, Etoo, Arango o Aduriz. Como delantero claro que quiero marcar muchos, pero Güiza, por ejemplo, creo que hizo 27; lo conozco bien porque yo estaba en Turquía y recuerdo que de aquí se fue al Fenerbahce. Ojalá marque más, pero lo primero es que el Mallorca gane. Si el equipo gana y yo marco, es todo lo que necesito.

—De los goles que ha marcado aquí, ¿con cuál se queda?
—Siempre digo que los goles son como los niños, no te puedes quedar solo con uno y rechazar a los otros (risas). Seguramente me quedaría con el del Espanyol, porque fue desde fuera del área y era muy difícil de marcar. Y no lo digo porque lo hiciera yo. Creo que ese ha sido el mejor.

—¿Cree que el Mallorca sufre muriqidependencia?
—Conozco cómo soy. No soy rápido, ni técnico. Si no me dan balones no podría marcar goles, así que el equipo no depende solo de mí. Con nuestro estilo de juego podría haber otro jugador y también marcaría. En mi caso, hay mucha química con los jugadores, con la afición, con el club, en general. Desde el primer momento eso lo he tenido a tope y si hago goles es por culpa de todo eso.

—Diga la verdad: ¿qué compañero le da las mejores asistencias?
—(Risas). Dani me ha dado varios, Kang creo que otros tres, Pablo uno, Jaume Costa… Cuando llegas ahí, no miras quién hay. Solo centras el balón al área y normalmente estoy yo. Si marco, bien, pero si no... Ahora ya lo puedo decir porque lo conozco todo mejor. Nosotros jugamos un poco más defensivo y no tenemos muchas oportunidades de llegar al área, así que me da igual quien sea. Si centra bien, habrá una buena ocasión para marcar.

—Lo primero que hace después de marcar un gol es ir a darle las gracias al compañero que le ha dado el pase.
—Hombre, es que si no me centran bien y no me buscan no puedo marcar. Al final es mérito de todo el equipo. Sale el balón bien desde atrás y yo solo tengo que meterla. Tengo que agradecerlo. Cuando me asisten significa que lo estamos buscando, que lo estamos intentando y que ha ido todo bien, así que tengo que agradecerlo antes que irme a celebrar como un loco.

—En la Lazio marcó un gol en 46 partidos. Aquí, con dos encuentros menos, lleva 18. ¿Por qué?
—El Mallorca me devolvió la sonrisa, la alegría, todo. Lo que me pasó en Italia fue, sobre todo, culpa mía. Cuando vas a un club grande tienes que hacer algo más, porque delante de mí tenía a Ciro Immobile, que fue Bota de Oro, y era difícil entrar en su sitio. Cuando tuve oportunidades para jugar no lo hice bien, la verdad. Y tampoco me esperaban como aquí. Cuando vine tenía muchas dudas: tenía que cambiar de liga, de país, de idioma, de mentalidad. Al final me decidí y desde el primer día me recibieron con alegría, eso me sorprendió mucho. La gente reía, me entendía como jugador. La afición del Mallorca me valoraba mucho, no solo por mis goles, sino por cómo peleaba, por cómo luchaba. Eso es bueno. Cuando una afición entiende eso, no falla.

—¿Cuándo eligió venir conocía algo de Mallorca o del Mallorca?
—Sí, claro. Pero cuando recibí la oferta estuve buscando más. Hablé con Luka (Romero) y me dijo cosas muy buenas, pero claro, nadie habla mal de su ciudad. Luego también me dijeron cosas Pepe Reina, Luis Alberto, Jony, que ahora está en el Sporting, Raúl Moro… Todos los españoles me hablaban bien del Mallorca. Luego estuve buscando cosas del equipo, de los compañeros y del entrenador, que era Luis García Plaza. Al final decidí que sí porque también necesitaba salir, ya que en la Lazio no jugaba.

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—En sus primeros partidos hubo un momento en el que la gente se volvió loca al ver cómo celebraba un saque de banda.
—Fue contra el Athletic, en mi tercer partido contando el que hubo de Copa. Llevaban tres partidos apoyándome mucho, estábamos ganando y ahí me salió el león que tenía dentro.

—En España se diría que usted ha caído de pie en el Mallorca.
—Creo que sí. En el fútbol no basta con ser un buen jugador. Tienes que estar en un buen sitio y en un buen momento, con buena gente. En mi caso, todo eso lo tengo.

—Por cierto, ¿qué pasó el pasado verano con frustrado fichaje por el Brujas?
—No fueron profesionales, aunque desde fuera me parecía un gran club. Se hizo todo muy rápido, yo no me lo creía. Y al llegar allí con mi representante no había nadie del club y no teníamos ni hotel. Yo ahí ya me quería ir. A las pruebas médicas solo vino un doctor y al ir firmar, aún sin nadie del club, me dijeron que no había superado las pruebas. Al principio me asusté y luego vi que eran excusas porque quisieron cambiar las condiciones del fichajes buscando solo una cesión. Era una maniobra para bajar el precio de la operación. Pero gracias a ellos ahora estoy aquí. Luego me han dicho que ha habido problemas con otros jugadores. No sé ni cómo les va. Ojalá bajen a Tercera.

—¿Ha ayudado más el Mallorca a Muriqi o Muriqi al Mallorca?
—Vine a un buen sitio, con buena gente y en buen momento. Llegaba con muchas ganas de jugar y de ayudar y desde el primer día salió bien.

—¿Cuál es el sueño que le gustaría cumplir en el Mallorca?
—Ganar la Copa, de verdad. No quiero decir que sea fácil, pero lo tenemos más cerca que otras cosas y sería un sueño ganar la Copa del Rey con el Mallorca.

—¿Qué le parece Javier Aguirre?
—Vino con alegría. Lo que me gusta mucho de él es que cuando hace bromas, todos hacemos bromas. Pero cuando se pone serio, todos tenemos que ser serios o te mata. Tiene experiencia, lo conoce todo de la Liga, a los jugadores, su mentalidad. Él tiene la culpa de que estemos así ahora. Cambió muchas cosas y tiene mucho mérito que llevemos toda la temporada en mitad de tabla.

—Quedan diez jornadas y siete puntos de margen. ¿Cómo lo ve?
—En LaLiga no se bromea. Cuando llegué el año pasado ganamos al Cádiz y al Athletic y ya estábamos tranquilos, hasta que pasó lo que pasó: siete derrotas seguidas, doce partidos sin ganar y ya estábamos abajo, sufriendo mucho. Después de eso ahora no puedo decir que estamos tranquilos. Los equipos de abajo también ganan. Como el Cádiz, que el otro día ganó en un campo difícil como el del Betis, o el Valencia, que es un gran club y no creo que esté ahí hasta el final. Son equipos que juegan bien la pelota. El Valladolid nos metió tres goles y nos hizo sufrir mucho con el balón. Hay que ganar tres partidos sí o sí para respirar un poco, pero aun no al cien por cien.

—¿Se ha acostumbrado ya a los arbitrajes españoles?
—No, no (se pone serio). No me he acostumbrado. Simplemente me intento tranquilizar porque si me enfado voy a ver tarjetas rojas todos los días. Los árbitros tienen que dejar jugar al fútbol un poquito. A mí no me pitan faltas pero en cuanto intento saltar siempre se la pitan al contrario. Hablo con ellos y les explico que sí me he caído al suelo es porque ha pasado algo. Que no se entienda mal, pero no veo a nadie que me pueda empujar como para tirarme. Y ellos me dicen: «venga Muriqi, eres más fuerte, tienes que aguantar un poquito». Yo me aguanto, pero ¿hasta dónde? No sé si es que aún no me creen o si soy yo, que no sé cómo tengo que saltar porque hay muchos jugadores que montan la película. En Twitter vi algo sobre las estadísticas de tarjetas y la Liga era la primera con mucha diferencia. Eso no puede ser. Tiene que haber un poco de sitio para la lucha. Eso también es fútbol.

—¿Vendrá algún otro club a preguntar por usted este verano?
—No es ningún secreto que a mi representante le llegan ofertas, pero mi idea es quedarme aquí hasta el final de mi contrato. He encontrado mi sitio. Estoy jugando, marcando y tengo buenos compañeros. Como futbolista y como persona, no quiero más. Mi idea es ayudar al Mallorca a que siga en Primera y a entrar en Europa en los próximos años. Eso sería genial. No pasa siempre y que el club pudiera hacerlo conmigo me encantaría.