Javier Aguirre, entrenador del Real Mallorca. | Carlos Gil-Roig

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En su camino hacia la estabilidad, el Real Mallorca de Javier Aguirre puede alcanzar la semana que viene otro simbólico reconocimiento a su regularidad. El conjunto bermellón, que cuando la competición se reanude visitará el campo de la Real Sociedad (sábado 21 de octubre, 14.00 horas) aspira a seguir con los pies fuera del barro y a encadenar cincuenta jornadas consecutivas apartado de los puestos de descenso a Segunda.

El Mallorca, que ha destapado el ejercicio actual a trompicones y no termina de levantar los pies del suelo, se ha mantenido estos primeros meses por encima de la línea del descenso, prolongando una tendencia habitual durante el último año y medio. El cuadro de Son Moix no transita por las arenas movedizas de la clasificación desde la antepenúltima jornada de la temporada 2021-22. Cuando parecía condenado al abismo, puntuó en el Sánchez Pizjuán y sacó la cabeza del pozo el 15 de mayo de 2022 gracias a un gol de Abdón Prats contra el Rayo Vallecano que lo cambió todo. Ese tanto, unido a una serie de resultados favorables, le permitieron viajar a Pamplona una semana después dependiendo de sí mismo para salvarse. No solo lo hizo, sino que no ha vuelto a cruzar la línea maldita de la tabla. En total, 49 jornadas seguidas a salvo.

Fichado en marzo de 2022 para sacar al Mallorca del agujero y cambiar esa tóxica dinámica en la que se había metido el equipo, Aguirre dirigió hace unos días ante el Valencia su partido número 60 como entrenador bermellón, incluyendo los cuatro que disputó la temporada pasada sobre el escenario de la Copa del Rey. Una muestra ya significativa en la que se refleja el equilibrio que siempre ha tenido la escuadra isleña con el Vasco al mando de las operaciones.

Autor de 19 victorias, la mayoría firmadas durante el curso anterior, Javier Aguirre cumplió ese objetivo original que se le había encomendado tras la destitución de Luis García Plaza –salvar al equipo del descenso en las nueve jornadas que restaban para finalizar el curso 2021-22– y ha mantenido a flote al Mallorca durante casi toda su estancia en Son Moix. Solo ha dormido cuatro jornadas en los calabozos de la clasificación y todas ellas en sus primeros meses como máximo responsable técnico de los rojinegros. Permaneció en el furgón de cola después de su debut en Getafe y volvió a recaer más tarde, tras sendas goleadas frente al Elche y el Granada. Especialmente desgarradora resultó la derrota frente a los andaluces (2-6), que parecía dictar sentencia y mandar a los baleares de vuelta a Segunda solo unos meses después de recuperar la categoría. Sin embargo, aquel fue su último contacto directo con el miedo. La temporada pasada el Mallorca empezó sumando un punto de seis posibles pero no figuró nunca entre los candidatos al descenso. Su suelo fue la decimoquinta posición –después de dos caídas engarzadas contra Sevilla y Real Sociedad en octubre– y el equipo, que blindó la permanencia con muchas jornadas de antelación, se pasó la mayor parte del tiempo mirando hacia arriba y soñando incluso por volver a inscribirse en las competiciones europeas.

No lo tendrá fácil el Mallorca para redondear la cifra de las cincuenta jornadas a salvo. Visita un campo, el de la Real Sociedad, que se le da especialmente mal, y lo hará con bajas importantes en la expedición. Aun así, los dos únicos equipos que hay anclados en la zona roja que podrían darle caza, Granada y Celta, tampoco contemplan un horizonte despejado. Los andaluces, tras tres empates seguidos, deberían ganar a Osasuna en El Sadar. Y los de Rafa Benítez, que todavía no saben lo que es vencer en Balaídos, reciben en su centro de operaciones al Atlético de Madrid.

A la espera de su mejor versión, Javier Aguirre quiere mantener al Real Mallorca en la superficie. El lugar donde ha residido el último año y medio.