Arriba, de izquierda a derecha, Pol Lorente, Fran Cano, Anabel Soto, Xim López, Toni Amor, Luis Vicente de Miguel, Miguel Artigues y Chando Torres; abajo, también de izquierda a derecha, Aitor Hernández, Magí Vicens, Ferran Rosselló, Adolfo Muñoz, Javier Escobar, Tomeu Llabrés, Christian Castilla y José Martín. El equipo técnico y médico del Real Mallorca, que tiene su base en las instalaciones de la ciudad deportiva Antonio Asensio, en Son Bibiloni, se completa con la nutricionista Nuria Granados.

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Forman una plantilla casi tan amplia como la de los futbolistas y, aunque no siempre aparecen en las fotos, son una parte fundamental dentro de esa maquinaria de relojería que mueve ahora las manecillas de cualquier club profesional. Los que enriquecen el trabajo del entrenador y simplifican la tarea del jugador para mejorar su rendimiento en un contexto cada vez más competitivo y exigente. Son el cuerpo técnico de Javier Aguirre. El equipo A del Real Mallorca.

Empieza pronto el día en Son Bibiloni. A estas alturas del año aún no ha salido el sol cuando comienza el desfile de los primeros miembros del staff por las galerías de la ciudad deportiva. En el Mallorca, contando a los integrantes del área médica, hay casi una veintena dedicada al primer equipo. Desde analistas, que desmenuzan las virtudes y los defectos del equipo y de sus rivales, a encargados de material. Entre medias, una cadena de preparadores físicos, fisioterapeutas, recuperadores, readaptadores y delegados. Cada uno de ellos tiene un rol asignado. Llegan antes que los futbolistas y muchos de ellos seguirán trabajando hasta por la tarde. En este nivel, ya se ha desterrado el mito de que los jugadores solo trabajan un par de horas al día. Esto es Primera División y se cuidan todos los detalles. Tras esos noventa minutos de juego de los que disfrutamos cada semana desde la grada o el sofá hay un montón de personas y muchísimas horas de inversión. Cuando termina la faena en el campo, continúa en el gimnasio, sobre la camilla o frente a la pantalla de vídeo. Sigue incluso, ya de manera mucho más distendida, en el comedor, por el que pasan todos los futbolistas antes de irse a casa. Ahí la nutricionista Nuria Granados diseña y supervisa la dieta de los profesionales, adaptándola si es necesario a las particularidades de cada uno de ellos.

Adolfo Muñoz, Javier Escobar, Nuria Granados y Tomeu Llabrés antes de un partido.

La evolución del fútbol profesional ha multiplicado la información, que se genera a toneladas durante los entrenamientos y partidos, y ha realzado la figura de los analistas, fundamentales hoy en día. En el Mallorca esa función, sobre la que pivotarán muchas de las decisiones de Javier Aguirre y sus ayudantes más directos, se la reparten sobre todo Xim López y Fran Cano. Devoran infinidad de encuentros. Diseccionan a los rivales con semanas de antelación, detectan sus puntos flacos y subrayan amenazas potenciales de las que advierten después a través de informes, vídeos y reuniones, a menudo informales, como las que celebran antes de cada sesión, mientras José Martín y Aitor Hernández preparan el material en torno a los campos de entrenamiento. «Si antes había dificultades para encontrar información, ahora hay tanta que lo que más cuesta es absorberla, filtrarla y decidir con qué te quedas. Cuanto más volumen de información manejas más gente necesitas», explica López, que desde 2010 ha trabajado al servicio del club desde todos los escalones posibles.

«Hay veces, en función del calendario, que te pasas el día trabajando», detalla Xim López. Además de grabar y revisar los entrenamientos o de asesorar a los técnicos en pleno partido a través de diferentes sistemas de comunicacación (pinganillos, walkies...), editan los encuentros del Mallorca casi al momento para elaborar los informes que le trasladarán después a Aguirre y los futbolistas. Los hay de todo tipo: individualizados sobre los jugadores del rival, acciones a balón parado o situaciones de peligro. «El míster toma siempre la última decisión. Y nosotros intentamos facilitarle lo máximo posible la elección aportando argumentos».

Xim López, uno de los analistas del cuerpo técnico del Mallorca, en Son Bibiloni.

Un factor decisivo para que los cuerpos técnicos alcancen este punto de desarrollo del que disfrutan ahora es la abundancia de recursos. Si décadas atrás un preparador físico se valía de un cronómetro y un silbato, ahora, sin ir más lejos, se pueden monitorizar todos los movimientos de los futbolistas a través de los dispositivos GPS con los que entrenan y juegan. En el Mallorca toda esa información la recoge, descarga y depura el preparador físico Miguel Artigues, que camina ya por su sexta temporada en el primer equipo. El siguiente paso es remitírsela a Pol Lorente (preparador físico y, junto a Toni Amor, uno de los más estrechos colaboradores de Aguirre) y aclarar el panorama. «Lo más difícil es hacer las cosas fáciles», reconoce. Todos esos datos, bien trabajados, son un tesoro. Permiten hacer un seguimiento minucioso de cada futbolista, crear una serie de alarmas que alerten de posibles riesgos de lesiones o, simplemente, ser utilizados para tomar alguna decisión desde el punto de vista táctico.

Miguel Artigues, uno de los preparadores físicos de la plantilla, junto a Omar Mascarell.

En el área médica la actividad y el personal también han crecido exponencialmente. El máximo responsable en esa dirección es Adolfo Muñoz, que antes lo fue del Sevilla o el Villarreal y que en Son Bibiloni está muy bien rodeado. Tiene a su lado al readaptador Christian Castilla y a un póquer de reconocidos fisioterapeutas como Magí Vicens, Javier Escobar, Ferran Rosselló y Tomeu Llabrés. Este último, por cierto, ya había estado con Javier Aguirre en el Al-Wahda de Abu Dabi y en los Rayados de Monterrey.

Por supuesto, el trabajo de los integrantes del staff se intensifica en los desplazamientos. Anabel Soto y el exfutbolista Chando Torres procuran que todo esté punto, que no falte de nada. Ni a pie de campo, cuando las revoluciones andan disparadas, ni durante las concentraciones, a veces tan largas, pesadas y tediosas como las de pretemporada.

Para que la orquesta de Aguirre suene bien y las cosas funcionen dentro de un grupo tan amplio, las relaciones personales son determinantes. «Influyen muchísimo», admiten. «Durante buena parte del año pasamos más horas juntos que con nuestras parejas y debe haber una buena unidad. Y Javier en eso es top. Siempre intenta que todo el mundo esté muy a gusto y se sienta cómodo», cuentan.