Los jugadores del Mallorca celebran su victoria frente al Sevilla a la finalización del encuentro correspondiente a la jornada 16 de primera división que Mallorca y Sevilla disputaron el sábado en el estadio de Son Moix, en Palma. | Cati Cladera

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Ahora que ha curado sus peores heridas, el Real Mallorca vuelve a enfrentarse a una de sus pesadillas más comunes. El equipo de Javier Aguirre acude este fin de semana al campo del Almería (domingo, 14.00 horas), último clasificado de Primera División y con el casillero de victorias a cero desde hace meses. En teoría, debería ser uno de los encuentros más cómodos de estas alturas del calendario. Sin embargo, se enfrenta a sí mismo y a una prueba mucho más compleja de lo que parece. Además de la progresión del equipo rojiblanco, que viene de tutear al Betis y al Atlético de Madrid, está la tendencia del cuadro balear a enredarse cuando tiene delante a un colista. Los números son descorazonadores. De los últimos 35 encuentros que ha disputado ante rivales plantados en el fondo de la clasificación solo ha ganado cinco. El resto se reparten en nueve empates y 21 derrotas.

El Mallorca llega al penúltimo compromiso del año algo liberado tras su victoria contra el Sevilla, que además de quebrar una racha de diez jornadas sin ganar le ha permitido poner algo de distancia con el barranco. Pero si quiere engarzar dos triunfos —la última vez que lo hizo fue en abril— y despegar antes de que se consuma el año también deberá superar al farolillo rojo en el campo del que más puntos han volado hasta el momento y mejorar sus estadísticas.

El último ejemplo de lo mal que se le dan al Mallorca este tipo de partido aparentemente inclinados a su favor es de hace solo unos meses. Los rojinegros visitaban el campo del Granada, todavía con Paco López a la cabeza y sufrían en Los Cármenes la segunda derrota de la campaña (3-2). Curiosamente, el equipo andaluz no ha vuelto a ganar desde entonces.

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Hay otras dos muestras recientes de la maldición del colista para el Mallorca. La más próxima en el tiempo es la de la temporada pasada con el Elche. El conjunto ilicitano, que desde que empezó el ejercicio estuvo metido en la cueva, encontró en el equipo bermellón una solución temporal a sus males, ya sumó cuatro de los seis por los que pelearon. En el partido de la primera vuelta en el Martínez Valero arrancó un empate (1-1) y en el de la segunda, en Son Moix, le asestó un golpe inesperado sumando en pleno mes de marzo el que era su segundo triunfo de la temporada y el primero fuera de su estadio. Un gol de Lucas Boyé en los postres confirmó las sospechas previas (0-1) y adentró al Mallorca en una cadena de malos resultados que luego sería la más larga de la liga.

Otro doloroso ejemplo es el de hace dos temporadas (2021-22). El Mallorca viajaba en la jornada 20ª al campo de un Levante hundido en la tabla que había completado toda la primera vuelta sin ganar un solo encuentro. Una tendencia que rompió aprovechando la visita isleña. Un gol de Roberto Soldado y otro del Comandante Morales anularon a los de Luis García Plaza (2-0).

En Almería, el Mallorca se encontrará a un equipo que, pese a sus números (cuatro empates y doce derrotas en 16 jornadas), parece que va dando pasos hacia adelante. En su anterior partido en el estadio de los Juegos Mediterráneos, donde ha empatado tres de sus últimos cinco encuentros, mantuvo a raya a un Betis que en cualquier caso sufrió la expulsión de Héctor Bellerín. No obstante, lo que más ha reactivado la esperanza entre la hinchada almeriense es la actuación del conjunto de Garitano en el Metropolitano, donde perdió pero acarició el empate hasta el final.