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El Real Mallorca tiene el guapo subido. Está de dulce. El equipo balear aprovechó la inercia festiva de la Copa para lograr una victoria que se antoja vital para alejarse del peligro y enfocar todos los sentidos en la final del 6-A en La Cartuja. Copete, que completó un partido excelso en ambas áreas, marcó un gol a la media hora que el grupo de Aguirre supo administrar hasta el final en otro ejercicio de resistencia. Mató a su rival en su único zarpazo. La solidaridad del colectivo hizo el resto. La victoria pone al conjunto bermellón en la rampa de la salvación. Con una distancia sideral (+8) con respecto al descenso y la sensación de estar en el mejor momento anímico de toda la temporada.

El equipo se está reencontrando con su mejor versión. Con aquel bloque granítico y efectivo que la pasada campaña facturó 50 puntos y acabó noveno. Un gol y todos a defender con sangre ese triunfo con Muriqi mandando en las trincheras. Porque Aguirre ha conseguido una sociedad. Da igual quien juegue. La exitosa travesía por la Copa ha conseguido que un grupo de dieciocho o diecinueve jugadores se sientan importantes.

El paso de gigante que supone el triunfo ante el Girona resulta (casi) definitivo. Con apenas cinco triunfos en toda la temporada, el colchón es de ocho puntos. Una barbaridad. Y el viernes una visita al feudo del Barcelona con el depósito anímico a rebosar y la salvación casi en el bolsillo...