Varios agentes de la Policía Nacional trabajan en el lugar de los hechos | Rober Solsona - Europa Press

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La delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Pilar Bernabé, ha pedido dejar que «siga su curso» la investigación judicial y policial sobre el crimen del canónigo emérito de la Catedral de València, Alfonso López, de 85 años, cuyo cuerpo fue hallado sin vida la semana pasada en su domicilio en el centro de la ciudad, y por cuya muerte ha sido detenido un joven que se encuentra en prisión provisional.

El religioso, según informaciones publicadas, presuntamente captaba a jóvenes vulnerables en la calle para mantener relaciones sexuales a cambio de dinero y antes del crimen las había mantenido con un hombre con discapacidad intelectual al que habría pagado un viaje a València desde otra comunidad autónoma.

«Vamos a dejar que la investigación siga su curso», ha dicho la delegada al ser preguntada por las novedades en este caso, para añadir a continuación: «Lo próximo igual ya lo vemos en Netflix». En todo caso, ha remarcado que el proceso judicial está bajo secreto de sumario.

Bernabé ha hecho hincapié en que los investigadores, tanto policiales como judiciales, deben seguir su trabajo, y que desde la Delegación de Gobierno y la Policía Nacional no tienen más información que ofrecer al respecto.

La semana pasada fue detenido un hombre por su presunta relación con la muerte del canónigo. De acuerdo con informaciones publicadas, el arrestado sería uno de los jóvenes vulnerables que el sacerdote presuntamente captaba en la calle para mantener relaciones a cambio de dinero.

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El titular del Juzgado de Instrucción 3 de Valencia, en funciones de guardia de incidencias, decretó el pasado fin de semana el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza para el detenido, que queda investigado en una causa abierta, inicialmente y sin perjuicio de ulterior calificación, por un delito de homicidio y otro de estafa.

Tras esta decisión, el juez de guardia acordó inhibirse de las diligencias en favor del Juzgado de Instrucción 19, que será el competente para continuar la investigación. La Fiscalía y la entonces acusación popular, ejercida por el Arzobispado, habían solicitado la prisión provisional para el arrestado debido a la gravedad de los hechos, las pruebas que obran en las actuaciones y el riesgo de fuga dada su situación irregular.

Este pasado miércoles, el Arzobispado de Valencia emitió un comunicado para informar que «apercibió» hace dos años al canónigo emérito después de que los vecinos de su mismo edificio, propiedad de la Archidiócesis, presentaran «quejas verbales» acerca de las personas que acudían al mismo, pero precisaba que esas protestas «en ningún caso aludieron a hechos de la naturaleza que se narran» en los medios de comunicación --en alusión al comportamiento del religioso-- y que desde entonces «jamás se volvió a recibir ningún tipo de queja».

También manifestó su confianza «plena» en la acción de la justicia y que son «los más interesados en el pronto esclarecimiento de los hechos». Sobre el procedimiento judicial, el Arzobispado explicó que planteó personarse en la causa como acusación particular y que el juzgado instructor lo rechazó al entender que la personación corresponde «únicamente a la familia directa», motivo por el cual finalmente desistió de su intención.

"profundo dolor"

En cualquier caso, «si lo publicado es verdadero», el Arzobispado expresaba el «profundo dolor» que producen «los hechos narrados» en los medios, que son «manifiestamente contrarios a los compromisos de vida sacerdotal, asumidos libremente en el momento de la ordenación». Por ultimó, transmitió su «pesar» por «el escándalo, el desconcierto y el dolor que causan a todos, y muy directamente a los fieles y especialmente a los miembros del presbiterio».

Fue el portero del edificio el que encontró el cadáver de Alfonso López Benito, de 85 años, en su domicilio en la calle Avellanas de València, tras lo que se activó el dispositivo policial. Un conocido del canónigo muerto se acercó al lugar para comunicar a los agentes que alguna persona estaba utilizando el móvil del sacerdote para hacerse pasar por él cuando ya estaba fallecido.