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Como todo buen anfitrión, Fráncfort recibió ayer, como se esperaba, a la cultura catalana y ésta, como invitada de honor de la 59 edición de este evento literario, desfiló por la alfombra roja del recinto ferial como las grandes estrellas. Discursos y palabras de elogio para los homenajeados y una gran representación de artes escénicas, literarias y musicales completaron una jornada inaugural en la que se invitó al público a dar un paseo por la cultura catalana.

La Feria de Fráncfort abre sus puertas a cinco días de frenética actividad editorial, en la que no faltará la representación balear, integrada, finalmente, por 18 editores y 34 escritores. Tras meses de polémicas, ajustes y reajustes de programas y participantes, los baleares llegan a la ciudad alemana con el objetivo de dejar en el mercado la huella de su labor editorial. Pese a que la presencia de las Islas en el encuentro es un hecho, «de cara a una próxima edición, el Institut d'Estudis Baleàrics trabajará en tener un stand propio», aseguró Sebastià Serra, presidente de la entidad, quien dijo que «no habría firmado con estas condiciones el convenio con el Ramon Llull».

El acto oficial de la cultura catalana se presentó en el centro de congresos de la feria. Los dirigentes alemanes aprovecharon los parlamentos para lanzar proclamas y propuestas políticas haciendo del acto literario un discurso electoralista. Mientras, el presidente de la Generalitat, José Montilla, presentó la participación de Catalunya como «la más internacional en la historia de la cultura catalana» y la feria, como «un evento de relevancia extraordinaria». Y extraordinario resultó ser el discurso del escritor Quim Monzó. Sus palabras, un relato cargado de ironía y de alusiones a la falta de coherencia en las palabras de todo acto de presentación, motivaron risas, aplausos y algún olé entre el público. En su intervención, además, hizo referencia a Mallorca como «bundesland geriátrico-turístico alemán».