María José Ripoll, Paco Espinosa y Andreu Carlos López Seguí, ayer durante la lectura del manifiesto.

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La Associació d'Artistes Visuals (AAVIB) y la de Gestores Culturales (GCIB) aportó su «crítica» a los recortes y a la «falta de política» cultural del PP pidiendo ayer, jornada de huelga, «la dimisión inmediata de Bosch y Gilet», conseller y concejal de Cultura, respectivamente, del Govern y de Cort, y «del resto de responsables políticos en esta materia». Fue durante la lectura de un manifiesto «en defensa de la cultura» en Balears, para la que solicitan «un cambio radical» de planteamiento a las instituciones. El vicepresidente de Cultura del Consell, Joan Rotger, tampoco se libra «por inactividad».

Para los responsables de ambas entidades, la situación de la cultura «es insostenible porque las políticas actuales van contra el principio rector de la actividad pública, que ha de asegurar el acceso de la ciudadanía a la cultura, según el artículo 12 del Estatut d'Autonomia». Lo explicaron Paco Espinosa, presidente de la AAVIB, y Maria José Ripoll, y Andreu Carles López Seguí, de la GCIB.

Según el manifiesto «todas las medidas [adoptadas por el Govern, Cort y Consells] son una humillación constante y una falta de respeto continuada a la ciudadanía, a los artistas y a la cultura propia». Se refieren a la «eliminación sistemática de ayuda a la cultura de los Consells Insulars, el cierre del Espai Mallorca de Barcelona, el del Centre Cultural s'Alamera d'Eivissa, Flassaders de Palma, así como la retirada del Govern del Institut Ramon Llull por luchas políticas o el recorte brutal a los presupuestos de la Fundació Palma Espai d'Art, en el que Cort descarta el Medialab de Ses Voltes de sus proyectos para 2013». Según Espinosa, «la cultura debe entenderse como una inversión, no como un gasto, tiene un valor transversal en todas las áreas y no puede ser expresada en una lista abajo del todo». En el Producto Interior Bruto «significa entre un tres y cuatro por ciento, por tanto no cuesta dinero, lo aporta».

Las críticas también fueron contra la Fundació Miró, «que ha quedado como un museo», y «la falta de un proyecto» coherente en el Institut Ramon Llul, que temen se repita ahora en el Institut d'Estudis Baleàrics.