Algunos de los testimonios recogidos por Pep Bonet en 'Into the Shadows' reflejan casos de dura opresión política. | Pep Bonet

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No tuvo más que seguir sus instintos. Pep Bonet (Colònia de Sant Jordi, 1974) supo que tenía que volver a Johannesburgo. Allí había una historia importante que contar al mundo, latente en los barrios bajos, donde acaban miles de zimbabuenses que un día tuvieron la esperanza de hallar algo mejor tras la frontera, en Sudáfrica. Con su cámara, y junto a Line Hadsbjerg y José Bautista, el mallorquín realizó Into the shadows, su debut en el documental, por el que ayer le concedieron el World Press Photo, el tercero que consigue en su carrera; éste en la categoría Online Short, dotada con 1.500 euros.

Intuyó el fotoperiodista que necesitaba en esta ocasión algo más que su cámara, superar su modo clásico de contar historias. El resultado y este reconocimiento le demuestran que estaba en lo cierto. «Estoy sorprendido y alegre. Estaba contento con el corto y ha funcionado. Me da mucha motivación para seguir adelante. Es un mundo por descubrir aún», reconocía ayer Bonet.

Into the shadows

llegó después «de un encargo, un proyecto de Médicos sin Fronteras y la agencia Noor. Aquello me llenó mucho. Supe que había una historia potente y que había que contarlo bien», comenta. Así que, apoyado en el crowdfunding, logró sacar adelante esta pieza multimedia de unos seis minutos. «Es un corto, pero tengo material para hacer un largo de 70 minutos», detalla.Into the shadows

es fotografía, pero también es vídeo, «hay música, testimonios...», explica. Es un relato en blanco y negro, «algo que también supone un riesgo porque las televisiones no los quieren, no se publican en blanco y negro. Pero yo lo vi así y creo que fue un acierto».Con todo esto claro, Pep Bonet se adentró en aquellos barrios. Llegó hasta la iglesia metodista, el punto de partida, en el centro de la ciudad. Allí conoció a mucha gente, a muchos de los que salieron de «Zimbabue persiguiendo un sueño y se encontraron que en Johannesburgo no son bienvenidos, que son perseguidos. Es una historia dura», advierte.

Corrupción

¿Lo más duro? «La incapacidad que tienen esas personas para seguir adelante por las barreras del Gobierno, por la corrupción policial. Muchos ni salen a la calle porque son ilegales y corren el riesgo de que se encuentren policías y les pidan dinero. Igual son dos euros, pero esa gente no tiene nada», cuenta. Las situaciones son tan extremas que «no es fácil sacar la cámara e ir por la calle», asegura, y reconoce que «sus historias te tocan. Te vuelves activista. Tengo la esperanza de que esta historia se vea mucho. Soy de los que piensa que esto no cambiará la realidad, pero la gente la verá».

El mallorquín se siente tan satisfecho que para su próximo proyecto volverá a apoyarse en el vídeo, porque «es aire fresco, y me permite contar cosas de una forma más clara, más redonda».