El cineasta Álex de la Iglesia, durante su comparecencia ante los medios, invitado por el Festival de Pollença.

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Cuesta atribuirle cierta afición por el fútbol, el Barcelona o Leo Messi, pero a Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965) le atrajo el proyecto de rodar un documental sobre la vida del astro argentino por lo «ajeno» que era para él. Producido por Mediapro y con guión de Jorge Valdano, la cinta entremezcla imágenes de archivo con diálogos entre maestros y compañeros de profesión. «Trato de explicar cómo en un barrio muy humilde de Rosario, una ciudad centrada en el fútbol como una especie de obsesión, surge un jugador como Messi, una persona muy apegada a su familia y en concreto a su abuela. Su pérdida es lo que le da la fuerza. Es algo terriblemente simple y eso es tremendamente emotivo», sostuvo el director ayer en el hotel Formentor, horas antes de presentar Las brujas de Zugarramurdi , en el patio del Ajuntament de Pollença, dentro del festival de la localidad.

Para De la Iglesia «no es una idea muy original» rodar en Mallorca. «Es un sitio con unos exteriores extraordinarios, es muy fácil pensar una película aquí», apostilla embutido en una camiseta grisácea con las palabras Be Stark, en referencia a la serie de ficción Juego de tronos.

Hace varios días, cuando aterrizó en la Isla, le informaron de que 700.000 personas habían entrado en el aeropuerto de Son Sant Joan. «No sé si el dato es cierto pero me parece una auténtica locura. Evidentemente ahí hay una película, no hace falta salir del aeropuerto».

El panorama que se dibuja en la industria cinematográfica es difuso en opinión del cineasta. «Hablar de la situación de la cultura en este país es un asunto complicado, en principio todos sabemos que la cultura en este momento no es un artículo de principal urgencia. Y eso creo que a largo plazo puede terminar por hacernos mucho daño».

Aparte de cine, Álex de la Iglesia también cultiva la literatura. A principios del pasado mes de junio publicó su segunda novela, Recuérdame que te odie (Planeta). «Escribir es una cosa compulsiva. Algunas veces me salen cosas que no son trasladables a un formato cinematográfico», indica. No son restos ni migajas que no tienen cabida en la gran pantalla. Son textos de los que se siente orgulloso.

Comedia

Que no pare la música es el título de su próximo largometraje, «una comedia disparatada al estilo de las películas de los 60» en la que también participará Valent en la banda sonora. «Me funciona mucho trabajar a nivel familiar», aclara. «Es la única manera de poder exigir al máximo». Con Álex Angulo, recientemente fallecido, mantuvo ese vínculo estrecho que comenta. «Era el arquetipo del actor perfecto y como persona, inigualable».