Fito Cabrales, durante un momento de su actuación, ayer en Son Fusteret. | P. Pellicer

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Fito Cabrales es un todoterreno que nunca se queda sin gasolina. Hasta más de 4.000 almas se congregaron este sábado en el recinto de Son Fusteret, en Palma, para presenciar la puesta de largo de su noveno disco de estudio, Huyendo conmigo de mí (2014). Antes, los locales Urtain oficiaron de teloneros.

Fito & Fitipaldis apareció tras la proyección animada de una sucesión de tumbas adueñadas por anteriores giras del grupo, ya sepultadas. La última lápida estaba reservada para su reciente trabajo. De ella apareció Fito, acompañado por el resto de miembros de su tripulación, los que hacen que el todoterreno no pierda fuelle en sus innumerables desplazamientos.

Los acordes de Viene y va abrieron el concierto de la formación bilbaína, con el público coreando su nombre, que pronto tiró de algunos hits del álbum Por la boca vive el pez (2006), como Me equivocaría otra vez o el corte que le da título.

Fito, con su boina, patillas y aros, interactúa con el público como si fuera el vecino del cuarto. Esa cercanía es la que origina el aumento sustancial de sus fieles. Su espectro de público es considerablemente amplio, ayer lo evidenció en Son Fusteret cautivando a gente de diversas generaciones. Que su rock es accesible para todas las edades lo certifica un tema como Quiero beber hasta perder el control, versión de Los Secretos, incluido en A puerta cerrada (1998).
Fito Cabrales deleitó con una actuación redonda gracias a sus compañeros, los Fitipaldis.