La bailarina Aída Gómez, en una imagen captada ayer en la séptima planta del Auditòrium. | Jaume Morey

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«Hoy en día, los espacios se van acotando y poca danza hay ya en los teatros», lamenta Aída Gómez. La bailarina y coreógrafa acude con su compañía al Auditòrium de Palma la noche de este sábado, a las 21.30 horas, para representar Carmen, un montaje basado en la novela de Prosper Merimée.

La acción de Carmen, con dirección escénica de Emilio Sagi, transcurre en una Fábrica de Tabacos en la Sevilla de finales del siglo XIX. Aída Gómez encarna a su protagonista, una cigarrera que entabla una pelea con Manuelita, motivando su detención por parte del Teniente Zúñiga. «Como Carmen fue un encargo para Tokio, quizá la presión fue menos. Me gustaba el personaje porque era como muy de ahora. Hice esta Carmen, pero de verdad lo digo, pensaba que no iba a tener vida. Pero ha sido emblema de esta compañía. Ha recorrido el mundo esta Carmen, que ya nos reímos porque digo: 'Voy a ser la abuela de Carmen'», reconoce Gómez, entre risas y orgullosa, sobre la gestación de esta obra que está dentro del ciclo de danza del Auditòrium, con el apoyo de Air Europa.

La bailarina considera que en la danza española «hay un desierto ahora mismo. Ha llegado un momento en que el público dice: 'Si no hay danza, yo no me intereso por ella'».

Con esta producción, agrega, le pueden llamar de donde menos se imagina. «¡Catar!», exclama. «Tuve que cambiar mi vestuario». Su Carmen es cómica, fresca y lozana.

Aída Gómez no pierde la esperanza de que la danza coja impulso. «Creo que están resurgiendo cosas importantes, confío y tengo mucha fe».