Vidriera con motivos naturales y un color que no gustó a los conservadores.

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La reforma de la Seu que dirigió Gaudí hasta 1914 reveló «un debate muy vivo a principios del siglo XX». Lo explica la historiadora del arte Concepció Bauçà de Mirabò, autora del libro, recién publicado, La llum a la Seu de Mallorca després de Gaudí. La gran polèmica entre els arquitectes Joan Rubió i Guillem Forteza (1915 - 1931).

El detonante del conflicto fue el incendio en la Capella de Sant Bernat del templo y su rehabilitación que, siguiendo las directrices de Gaudí, quien en 1914 había dejado la dirección de la obra, implicaba la apertura de los vitrales.

A partir de entonces, abrir la catedral gótica a la luz, lo que significaba colocar vidrieras en los ventanales diseñados en el siglo XV por el arquitecto Guillem Sagrera, casi todos cegados, se convirtió en un calvario para Joan Rubió, alumno y ayudante de Gaudí que se había quedado al frente de la reforma, impulsada por el obispo Campins en 1904.

Tanto Gaudí como Rubió planteaban que la catedral gótica, oscura, se abriera a la luz. Rubió, cuyo trabajo en la Seu reivindica Bauçà de Mirabò «porque estaba poco estudiado», defendía una idea «evolucionista» que había apoyado Campins. La de «una catedral mediterránea, luminosa», teoría «avalada por sus estudios sobre la mecánica del edificio».

Esta investigación sobre la luz de la Seu se hizo dentro de un proyecto de I+D+I financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y del Grup de Conservació del Patrimoni Artístic Religiós de la UIB.