El cuarteto mallorquín Papa Topo.

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Banda para oídos desprejuiciados, con una instrumentación que no deja espacio a la complejidad. Papa Topo, en cambio, regala a su audiencia un pop pulcro y tecnificado, contaminado de letras ligeras que hablan de su ingenio para traducir su música en imágenes. El cuarteto mallorquín afincado en Barcelona se suma al ciclo de conciertos de la promotora Refugi Musical, en un concierto que les acercará a La Red Club de Palma el próximo 18 de marzo, a partir de las 23.00.

Bizarros e inclasificables, en su modo de hacer encontramos ecos de My Bloody Valentine; las referencias a Camera Obscura y Fresones Rebeldes son más palpables. Y es que Papa Topo siente pasión por las estructuras pegadizas, de su repertorio sobresalen estribillos pueriles y fáciles de tararear como el que reza en La chica vampira: «Ella es la vampira que cambió mi vida cuando un sábado noche me mordió en mi coche».

Puede que la ironía no ondee en su repertorio, pero como contrapartida sacan el máximo partido de chispazos pop que, visto el listón musical del país, bien podrían llegar al 'gran público'. Porque Papa Topo se alinea con esos conjuntos del subsuelo indie que siempre han estado alejados de las ventas masivas pero que, gracias a la relativa aceptación de proyectos como La Casa Azul, parecen haber animado a las discográficas a apostar por una nueva generación de bandas. Lo único seguro es que en la búsqueda del pop asimétrico, de líneas minimalistas y resultados originales, la banda de Adrià Arbona se postula como uno de los nombres más controvertidos -suman tantos seguidores como detractores-, con una propuesta arriesgada que divide al público amante del romanticismo frívolo y las letras inocentes.