Sergio Dalma. | Hugo Ortu

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Irrumpió desafiante con 'Esa chica es mía', después puso de moda 'Bailar pegados'. Dos canciones bastaron a Sergio Dalma (Sabadell, 1964) para granjearse el sambenito de baladista, «aunque yo siempre me he considerado un cantante todoterreno». Lo demuestra en 'Dalma (2015)', un trabajo que añade músculo a las guitarras, recuperando el componente más rítmico de sus inicios. El Auditòrium de Palma medirá su propuesta el próximo 7 de mayo (21.00).

A sus 51 años siguen ‘poniéndole’ los retos: «En cada disco siento que empiezo de cero, sin motivación mejor apaga y vámonos», confiesa. De ahí su ejercicio de reinvención, «quería ofrecer un sonido nuevo, más positivo, quitarme de encima esa imagen de melancolía que nada tiene que ver conmigo», prosigue. La solución pasaba por «volver a grabar en España, tras once años sin hacerlo» y aparcar el sonido italiano en pos de otro más fresco que llega de la mano de compositores como Pablo Cebrián, Vanesa Martín o el cantautor indie Iván Ferreiro.

Aunque, en el fondo, su relleno no ha cambiado tanto, «sigo cantándole al amor y al desamor, pero trabajando nuevos registros de voz». Que aplica sobre unas canciones que «no buscan un compromiso social, son un bálsamo para el desahogo y evasión de la gente», resume.