Retrato del autor de ‘La llegenda del sant bevedor’, Joseph Roth.

TW
0

Existe un sello editorial que ha echado un ancla en el tiempo. Se trata de la casa Flâneur, bautizada por el concepto de Baudelaire, desarrollado por Walter Benjamin, sobre la figura del paseante, aquel que vagando por las calles sin un destino fijo, disfruta del paseo y se abre a las posibilidades. Esa invitación rige la filosofía de sus títulos, entre los que abundan autores como Elisabeth Bishop, Maurice Blanchot, W. G. Sebald o Joseph Roth. De este último es, de hecho, el próximo título del sello, La llegenda del sant bevedor, que cuenta con la traducción al catalán de la mallorquina Pilar Estelrich, licenciada en filología alemana y doctora, precisamente, con una tesis sobre el autor.

Estelrich explica que se introdujo en el mundo de la traducción cuando «estudiaba Filología Alemana en la Universidad de Barcelona» cuando, al terminar, «me quedé como bibliotecaria, profesora de alemán y secretaria» y así conoció al «doctor José Francisco Yvars que buscaba a un licenciado para traducir filosofía, sociología, etcétera, y yo fui la recomendada».

Relación

No obstante, su relación con Roth se remonta a su misma tesis doctoral, que transcurrió sobre la obra del escritor alemán. De él, Estelrich destaca su «capacidad de describir sugiriendo y dando valor a detalles aparentemente mínimos». Esta primera aproximación académica de la traductora al escritor fue «sobre la vida y la obra del autor y su recepción literaria y académica», algo que, confiesa, le «costó muchos sudores porque no resultaba fácil reunir bibliografía académica internacional en aquel entonces».

Además, Estelrich destaca el valor de su labor de traducción como una manera de «recordar las diferencias entre lenguas y culturas, que no son más que cuestiones de detalle, y así impulsarnos a apreciar más el transfondo humano que compartimos» o, dicho de otra manera, «contribuir a la unidad respetando la diversidad y dando valor a la diferencia», según explica la traductora.

Algo que desde el sello Flâneur tienen muy claro, y para Estelrich es «una buena muestra del panorama editorial en lengua catalana» porque es «una empresa movida por intereses personales que se centra en literatura ya recibida, muy bien asimilada y próxima a la personalidad de los editores, que no se rigen por intereses comerciales, sino literarios».
Es algo que salta a la vista al ver el catálogo de la editorial en el que «la selección de autores y temas se ha venido haciendo en función de esas ideas y apunta hacia el paseante de los ensayos y artículos de Joseph Roth o de Walter Benjamin. Esa visión del mundo sigue siendo instructiva y necesaria», opina Estelrich.

Catalán

Este sello, además, está presente en la Setmana del Llibre en Català que acaba este lunes mismo, y que sirve como fiesta del mundo editorial en lengua catalana, el cual «ha superado admirablemente la pandemia» para Estelrich y, además, percibe «una gran energía en forma de editoriales ambiciosas» que dibujan un «panorama mucho más diversificado que abarca mejor que nunca el territorio catalanohablante», en opinión de Estelrich.

Sobre La llegenda del sant bevedor, Estelrich asevera que «esta obra fue la última creación de Roth antes de su muerte» y logra «retratar perfectamente su vivencia del exilio y de la dependencia alcohólica», algo que, incluido en el contexto de crisis casi perpetua de la Europa del siglo XX, sirve para la actualidad como «un exponente de la vivencia del individuo expuesto a un entorno hostil y privado del apoyo de un universo idealmente acogedor y añorado, aunque irreal, como el idealizado por los protagonistas de Roth», comenta la traductora mallorquina que cuenta con una larga trayectoria.

Al fin y al cabo, esta importancia capital que la investigadora da al autor alemán no es algo baladí, ya que ella misma lo coloca «junto a Robert Musil, Franz Kafka, Arthur Schnitzler o Heimito von Doderer» entre los «magníficos ejemplos de los retratistas de un mundo que admitía muchas más variantes en las realizaciones personales o, por lo menos, lo aparentaba», apostilla Estelrich.