Jaume Vaquer posa junto algunos de los originales de su colección como una viñeta de Quino. | Pere Bota

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Cuenta Jaume Vaquer (Palma, 1966) que cuando empezó a coleccionar originales de cómics pensó: «Qué lástima que no haya un museo del cómic en España». Muchos se hubieran quedado ahí, en la verbalización de ese lamento, como si de un bocadillo de diálogo se tratara, pero Vaquer fue a más: «Al final me dije que lo iba a hacer yo». Ahora, años después, está en conversaciones con el Ajuntament d’Inca con quien hay «receptividad y buena sintonía» para poder abrir un templo museístico dedicado al noveno arte en el que compartir su colección que suma más de 60.000 ítems de todos los idiomas, tipos y colores.

Y es que Vaquer, que junto a Rafel Vaquer y Joan Roig, del Clúster de Còmic de Mallorca, llevan años intentándolo. Primero fueron acercamientos al Ajuntament de Palma, pero no fructificaron y se retomaron con los años, pero de nuevo sin éxito. «Nos propusieron utilizar algunos ejemplares para decorar un Casal de Barri, lo que nos hizo tirarnos de los pelos», relata. Ahora, sin embargo, la cosa sí avanza con el consistorio de Inca, donde «han entendido perfectamente lo que queremos hacer y salimos contentos de la reunión, que es decir mucho», explica Vaquer.

De hecho, fue tal la sintonía que hasta «nos propusieron un local que podría funcionar y nos parece que es perfecto», señala Vaquer, que avanza qué es lo que tienen en mente para este futuro museo del cómic: «El proyecto ideal es tener una exposición permanente potente, con las mejores piezas y que sirva como un digno recorrido de la historia del cómic internacional y, además, muestras temporales y una zona de charlas y talleres». Un proyecto ambicioso, pero fuerte.

Eso sí, Vaquer reconoce que «la palabra museo igual es muy grande, pero sí un centro del cómic», algo de lo que apenas hay en España y el futuro espacio de Inca sería «un lugar de referencia a nivel estatal» ya que, como el mismo Vaquer reconoce, «yo soy uno de los mayores coleccionistas del país y de los que más amplia colección tengo», por lo que su catálogo personal, que ha nutrido durante años varias exposiciones nacionales e internacionales, sería un lujo y reclamo para los amantes del género.

Entre algunas de las joyas viñeteadas que Vaquer atesora hay de todo, desde ejemplares de principios del siglo XX, a un original de Mafalda de Quino, Flash Gordon, trabajos de Frank Miller, una portada mítica de Mundo mutante de Richard Corben que «quiso comprar Guillermo del Toro», una de las primeras publicaciones de Mortadelo y Filemón, prácticamente todo lo que hay que tener de las series de superhéroes de DC y Marvel o, incluso, una viñeta de un crossover entre Spider-Man y Superman, dedicada a Stan Lee por el dibujante en la que pintó el mítico Neal Adams sin acreditarse.

A lo mencionado se suma una inenarrable variedad y cantidad que nutriría el futurible museo del cómic de Inca, una oportunidad de ser punta de lanza a nivel estatal y dar un espacio institucional como se merece a uno de los géneros más potentes de la actualidad, en la que el cómic está siendo uno de los estilos que no solo no decae, sino que crece y aumenta sus ventas.