José Sacristán en 'Señora de rojo sobre fondo gris'. | Javier Naval

TW
1

José Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937) regresa al Auditòrium de Palma, su templo en la Isla, con Señora de rojo sobre fondo gris, célebre historia de amor de Miguel Delibes ambientada en la recién estrenada Transición. Será el 25 y 26 de febrero, a las 20.00 y a las 18.00 horas, respectivamente.

En noviembre de 2021 ya presentó la misma obra en el mismo escenario. ¿Siempre es distinto? ¿Hay infinidad de posibilidades en cada función?
—El secreto del teatro es no caer en la mecanización, echar mano de la profesionalidad y la experiencia, con trabajos seguros, pero previsibles. Lógicamente siguiendo unos parámetros que son los textos, sobre todo si se trata de Delibes, pero siempre el espectador no verá algo que se haya hecho el día anterior ni tampoco el día después. Creo que hasta ahora lo he logrado.

De hecho lleva más de cuatro años de gira con este montaje. ¿Eso demuestra que todavía hay esperanza en el teatro y en el público, a pesar del pesimismo general?
—El teatro siempre se ha unido a la palabra crisis, pero afortunadamente tengo que agradecer y celebrar la confianza por mi trabajo. Este es un texto fácil en el sentido de que Delibes, cuando escribe, se acerca al sentimiento del ser humano, al sentir, pero efectivamente no puedo dejar de agradecer el interés en mi trabajo. Qué duda cabe de que el nivel, en general, podría ser mayor, pero el teatro ni desaparece ni desaparecerá jamas.

La pieza está protagonizada por un veterano pintor que lleva un tiempo sumido en una crisis creativa tras la enfermedad y muerte de su mujer. ¿Ha sufrido alguna vez ese tipo de crisis?
—Nicolás es en realidad Miguel Delibes, que se protege con este personaje de ficción. Perdió el norte cuando murió su mujer. Yo también he sufrido la pérdida de mis seres queridos, de mi madre, de mi hermano.... Pero no me ha producido ese tipo de crisis.

¿Pero siempre ha conservado esa ilusión?
—No vivimos en un estado ideal, estamos jodidos y mucho, pero nunca me ha faltado el trabajo. Siempre tengo la sensación de ir capeando dependiendo de la ley de la oferta y la demanda... Hay situaciones más difíciles que otras, pero cuando hago el balance estoy contento y agradecido. He tenido la gran suerte de poderme dedicar a esto desde hace casi 70 años.

En esencia, ¿Señora de rojo sobre fondo gris es una historia de amor?
—Absolutamente. Por encima de todo, es una declaración de amor. Pienso que lo que se desprende, o así lo pretendimos cuando hicimos esta versión, es que por encima del dolor y la desaparición queda la memoria del amor, de la premisa que mientras somos recordados no acabamos de desaparecer.

Noticias relacionadas

¿El amor nos hace débiles o fuertes?
—Depende. El amor no es algo abstracto, depende de la persona o de la persona con quien lo compartes. En todo caso, ¡pobre de aquel que viva sin amor! Sin el amor el mundo no tiene puñetero sentido.

Destaca que Delibes «es un hombre que nos enseña a mirar y a mirarnos». ¿Nos falta educación en la mirada?
—No es un problema de educación, sino de sensibilidad, de la manera de mirar, de conocerte a ti mismo y a los demás que, como Delibes, también defendían Machado, Saramago o Sampedro. Ya no solo por su obra, sino por su bondad literaria o dramática, por dónde ponían la mirada a la hora de contar, qué personajes mostraban y en qué circunstancias, poniendo como ejemplo su propia vida.

Va camino de los 86 años. Hace poco María Gailana aseguraba que del teatro uno no se jubila, aunque depende de la salud, y que con el cine era distinto. ¿Usted ha pensado en jubilarse de los escenarios o de las cámaras?
—No depende de uno, sino de si la salud te acompaña. Fíjate en mi amiga Concha Velasco. Desde luego, mientras tenga la energía y la lucidez suficientes, seguiré.

¿Le molesta que le hablen de jubilación y de despedidas?
—No me molesta, simplemente no pienso en ello de momento…

Hace poco debutó en el cine de terror con 13 Exorcismos. ¿Qué papel le queda por interpretar todavía y querría que le propusieran?
—No te sabría decir concretamente. No tengo fijación por ningún personaje.

En una entrevista decía que de este filme le gustó «la manera en la que habla de la España de hoy» y el montaje de teatro se remonta a la España del 75. ¿Con qué España se queda, la de ahora o la de cuando murió Franco?
—Siempre hay que vivir en el presente, aunque hay que tener en cuenta de dónde se viene, pero hay que tratar de mejorar el presente y seguir.