Sebastià Portell, en una imagen reciente. | Jaume Morey

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«Si puedes soportarlo, Mallorca es el paraíso». Con esta memorable frase la poeta norteamericana Gertrude Stein convenció a Robert Graves para que eligiera ir a vivir a Mallorca cuando, después de la Primera Guerra Mundial, buscaba un lugar en el que refugiarse. Sebastià Portell (Ses Salines, 1992) se apropia de esa sentencia paradójica para un recorrido personal y literario por las casas que habitaron e inspiraron, en Mallorca, a siete autores clave, desde George Sand hasta Antònia Vicens, pasando por Joan Alcover, Maria Antònia Salvà, el propio Graves, Llorenç Villalonga y Blai Bonet.

El volumen, titulado Paradisos suportables (Viena Edicions), cuenta además con fotografías realizadas por Laura Rosselló. La primera presentación será este miércoles por la tarde en la Llibreria Ona de Barcelona en un acto conducido por Carme Castells, directora de la Fundació Mallorca Literària. A falta de varias fechas por confirmar en la Isla, de momento está cerrada una en la Casa Museu Llorenç Villalonga de Binissalem el próximo 29 de abril.

La mítica frase dirigida a Graves, para Portell, entraña «ambigüedad y complejidad», pues, por una parte, implica «la idea idílica que es el paraíso» y, por otra, incorpora «el matiz de que las cosas que tenemos que soportar presumiblemente son malas». Así las cosas, es un planteamiento que «pone en cuestión la visión que hemos tenido de Mallorca como un lugar bucólico donde todo lo que pasa es positivo y ofrece más espacio para la especulación». «Eso es lo que me he encontrado en las casas de los escritores: espacios naturales preciosos; casas lujosas, pero algunas tocadas por desgracias o historias sentimentalmente complicadas», razona.

En este sentido, el autor señala que es un libro hecho «desde la curiosidad y la lectura» y tiene su lector ideal en los que, después de leer los capítulos, tenga ganas de descubrir por sí mismo esos lugares. O viceversa: que a raíz de visitar los espacios quiera saber más sobre las historias personales o las trayectorias literarias de quienes los habitaron.

Casa de Robert Graves en Deià
Página del libro que retrata la casa de Robert Graves en Deià. Foto: LAURA ROSSELLÓ

Paraísos

«Pocos escritores deben haber hablado tan bien sobre Mallorca y a la vez tan mal de los mallorquines». Con la célebre autora de Un invierno en Mallorca, George Sand, arranca Paradisos suportables. Toda una declaración de intenciones de lo que Portell ha querido transmitir en este volumen: «Cómo Mallorca quiere ser un paraíso paisajístico, algo que se ve especialmente en las obras de Maria Antònia Salvà, pero que no siempre ha tenido una sociedad avanzada y acogedora, especialmente en el siglo XIX y en el caso de Sand. Y vale la pena decirlo porque así podemos ver cómo hemos avanzado y cambiado. Explicar los temas conflictivos es parte de una sociedad madura», añade.

¿Tal vez no nos debería afectar tanto lo que dijera George Sand? «Creo que es más bien algo anecdótico, fruto de una situación personal complicada. Hay que tener en cuenta que estaba acompañando a su amante, Chopin, que estaba enfermo, y también a su hijo. Es normal que los mallorquines y las personas del entorno los vieran como intrusos o como gente que no querían tener cerca», argumenta.

Retrato

En el capítulo dedicado a Blai Bonet, cuya casa en Santanyí estaba en obras en el momento de la escritura, Portell y Rosselló han recreado la camilla de la residencia del poeta, pues, según Portell, «es sin duda el rincón más citado por todos los que visitaron a Blai Bonet». «Todos los testimonios a los que he podido acceder, escritos y orales, destacan que su casa era de paredes encaladas y muebles de madera. Tenía lo esencial para vivir, no era un lugar ostentoso ni tenía ningún tipo de lujos. Estas características también retratan cómo era el escritor, Blai Bonet, y explica la inventiva que tenía. Cuando vives en un mundo, habitas en unas paredes que te constriñen y limitan, una salida para evitarlo es imaginar, crear, que es lo que hizo él con su obra».

La última protagonista es Antònia Vicens, de quien Portell es biógrafo. «Es el capítulo que, paradójicamente, me ha supuesto un mayor reto por ser una autora contemporánea. En este sentido, quien se acerca más es Blai Bonet. Es cien por cien contemporánea y posmoderna, si se quiere, y eso implica que su trayectoria se me escapaba. Estaba su casa de nacimiento en Santanyí, un bungaló en Cala d’Or, una estancia en Monserrat, un piso en Palma y una casa con jardín, su actual domicilio, en El Terreno», detalla. Con Vicens, pues, Portell confirma un cambio que se da a finales del siglo XX y principios del XXI: «El escritor ya no vive solamente en un casa toda su vida». «La figura de Vicens me servía para explicar su trayectoria vital y por las historias de los personajes que ha escrito. Si te fijas, siempre intentan huir, trascender, ir a otros lugares o mundos. Es un reflejo de su tendencia vital», aclara.

Sobre si Mallorca es o no, ahora, un paraíso, Portell lo tiene claro: «Ahora mismo, si Mallorca es un paraíso lo es sobre todo por la literatura, por su alta calidad y diversidad. Desde el punto de vista medioambiental no lo es y va camino de ser insoportable por el caramelo envenando que es el turismo. Robert Graves, en las condiciones económicas que llegó a finales de los años 20, no sé si tendría posibilidad de venir a soportar el paraíso».