La artista Marta Blasco inaugura este sábado en la galería Marimón. | Jaume Morey

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Hay artistas que reniegan de sus proyectos pasados, que incluso se avergüenzan o los intentan ocultar, como si no existieran esas etapas pasadas. La valenciana Marta Blasco –pero mallorquina de adopción–, es justo lo opuesto. Y lo demuestra en su nueva exposición en la galería Marimón de Palma. La muestra, titulada Fragmentos, se inaugura este sábado 9 de marzo a las 19.00 horas.

La sala, señala la propia Blasco, se plantea como «un lienzo en blanco en el que aparecen diferentes fragmentos y etapas de mi trayectoria, recuperando momentos sin ofrecer series aisladas, sino que están interrelacionadas». Entre las nueve piezas que conforman Fragmentos destaca la revisión del mito de Dafne, que ha convertido en un autorretrato donde se presenta el «mito invertido»: «En lugar de presentar a una Dafne convertida en árbol para proteger a su padre, la mía pasa de árbol a mujer por la pérdida de su padre, algo que evoca el fallecimiento de mi padre».

Las «coronas de rosas» son otro elemento recurrente en el trabajo de Blasco, normalmente negras, aunque aquí se tiñen de color. «Las rosas han aparecido en diferentes momentos de mi carrera, del 2019 hasta hoy, pueden ser más antiguas o más recientes, pero lo importante es que se muestran las diferencias que se aprecian en la forma, la relación entre ellas, pueden considerarse unos avances o más bien una evolución, porque al fin y al cabo lo voy incorporando en mi trabajo».

«Por eso hablamos de fragmentos, porque soy la suma de todas esas partes, no soy una serie concreta o una exposición, un premio o una feria, sino que soy la suma de todas estas cosas que ocurren en el tiempo y no quiero olvidarlas porque son parte de mí», razona. En este sentido, avanza que actualmente está inmersa en un proceso de investigación sobre «la relación entre el desdibujo y el color del aguafuerte», algo que explorará en profundidad durante una residencia que realizará en abril en el Centro Portugués de Serigrafía (CPS) de Lisboa (Portugal).

De la misma manera, en la Marimón presenta una «reinvención de Las Meninas», dos piezas donde «desafío los límites de la figuración y la abstracción», intentando salir de otros trabajos más académicos, jugando con el trazo. La propuesta culmina con La conversión de los incrédulos, que plantea «una incógnita sobre la nueva dirección que tomará mi trabajo». Así las cosas, en Fragmentos «se puede explorar la evolución artística y sumergirse en dibujos que anhelan ser pinturas y al revés». «Es esa tensión del planteamiento entre dibujante y pintora, algo que creo que no tiene sentido hoy en día, cuando lo que impera es la fusión entre ambos lenguajes».

La Sibil·la

Por otra parte, Blasco destaca que todas estas creaciones son inéditas en Mallorca y la gran mayoría de ellas son muy recientes, a excepción de El meu desig, «una pieza que te abre la puerta a un mundo personal» y que tiene una «significación especial». «Es de 2016 y es un original de uno de los catorce dibujos que aparecieron en cobre fotograbado en la instalación La veu de la Sibil·la, que se pudo ver a finales de 2017 en la Seu.

Los espectadores que se acerquen a la Marimón para ver todos estos Fragmentos percibirán sin duda la esencia de Blasco, que persiste a pesar del paso del tiempo, aunque siempre evolucionando, con esa oscuridad inquietante que avisa de una tormenta inminente. Lo corrobora la propia artista, amante de los poetas y artistas románticos y atormentados. Una tendencia que, sin embargo, no responde precisamente a la moda actual que, según Blasco, se rige por «imágenes de Instagram, donde todo tiene que ser brillante, colorido, feliz, superficial; como un Primor».