El bibliotecario Xisco Palmer, al frente del club. | Jaume Morey

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Desde hace tres años, la Biblioteca Josep Maria Llompart de Palma (S’Escorxador) es hogar de un estimulante encuentro que ocurre cada dos semanas y en el que se suceden acalorados e intensos debates, siempre desde el respeto y el uso de la razón, como pueden serlo las tertulias futboleras o políticas, pero en esta ocasión se habla sobre la libertad, el placer, el amor, la duda y la ciencia. Se trata de Filosofia per a no avesats, conversaciones coordinadas por Xisco Palmer que están a las puertas de su final oficial con la jubilación del bibliotecario, aunque quién sabe si oficioso.

Esta misma tarde, a partir de las 19.00 horas, será la libertad quien encienda los motores discursivos de los más de 30 inscritos, pero el germen de todo este proyecto empezó cuando todo se detuvo: con el confinamiento. Lo detalla el propio Palmer: «En casa tenía muchísimo material acumulado y pensé que podía servirme para montar algo parecido a un club de lectura, pero en vez de novela, de filosofía».

Así pues, Palmer se lanzó a ver cómo podía organizarlo, y se inspiró en los cafés literarios y filosóficos, pero con la brújula apuntando a una aproximación mucho más mundana de los temas filosóficos porque «no puedes pedirle a la gente que se lea El discurso del método», así que los textos, que son en su inmensa mayoría sin nombre del autor para que no haya «sesgos ideológicos y podamos centrarnos en lo que se dice y no en quién lo dice», varían desde escritos de tribuna de periódico, ensayos y, claro, fragmentos de autores de filosofía. Todo ello, eso sí, «depurado» por quien lo ha recopilado para hacerlo lo más accesible posible.

Y de esta manera, reuniendo ideas, textos y temáticas, este bibliotecario que también fue profesor de filosofía logró sacarse de la manga unos casi 50 temas que se han ido repartiendo por estos tres años en los que el grupo con el que comparte estos viernes ha crecido considerablemente desde la quincena de las primeras sesiones hasta los 38 inscritos de hoy en día, teniendo que incluso aplicar una lista de espera.

«Este año estoy muy contento», reconoce Palmer que confiesa que tuvo sus dudas el año anterior para continuar debido a que esta iniciativa implica «mucho trabajo además del que ya hago como bibliotecario», pero el grupo formado es «muy bueno» y de hecho ya alcanza el grado de «grupo de amigos».

Dinámica

Por lo demás, las dinámicas son sencillas: o se recuerda algo de la jornada anterior o se plantea la temática que toca para la nueva sesión partiendo todos de un texto común. A partir de ahí, en ocasiones toca romper un poco el hielo, pero asegura Palmer que si los primeros «diez minutos pueden ser a veces algo fríos, los últimos diez son siempre mucho más caldeados y muchas veces salimos y continuamos discutiendo en la acera», cumpliendo así literalmente uno de los objetivos del propio Palmer: «Sacar la filosofía a la calle y extraerla del ambiente inalcanzable en el que está a veces y que hace pensar que solo los filósofos pueden haber de estos temas».

Ahora, con la jubilación a la vuelta de la esquina, Palmer solo contempla una opción: «Mantener este mismo grupo, pero como amigos, viéndonos en una cafetería y charlando pasándolo bien», regresando a la esencia misma del café filosófico que dio, en cierto sentido, forma a todo esto.