La actriz Itziar Ituño, Lisboa en 'La casa de papel', es una de las intérpretes de 'La Tarara' en el Principal d'Inca. | R.C.

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El Teatre Principal d’Inca recibe el sábado de la semana que viene una de las grandes obras teatrales del año pasado. Nominada a siete Premios Max, La Tarara aterriza en la Isla bajo la dirección de Agurtzane Intxaurraga quien ha trabajado este texto de Josi Alvarado sobre una España, la de los años 70, en la que la mejor forma de vivir para algunas personas era simplemente sobrevivir. Rosa, la protagonista, es a la vez una niña y una mujer que, acompañada por la Tarara, una prostituta que trabaja la noche, lucha contra sus propios fantasmas en forma de abusos y una madre que es al mismo tiempo víctima y verdugo. La actriz Itziar Ituño es esta antagonista maternal en un registro muy diferente al que muchos estarán acostumbrados a ver a esta intérprete que ha dado el salto a la fama internacional por su retrato de Lisboa en La casa de papel y Berlín (Netflix).

¿Qué puede contarnos de su personaje en La Tarara?
— Rosa es junto a laTarara las dos grandes protagonistas. Esa es la gran relación de la obra. Yo soy Telma, la madre de Rosa, una niña que ha sufrido abusos y la madre hace caso omiso, aunque en el fondo lo intuye, pero no lo quiere ver porque es su propia pareja la que los ejerce, el hombre que ella más quiere. Tiene un concepto del amor totalmente equivocado que le hace ver a su hija como rival, pero, claro, también la quiere.

¿Cómo es el proceso de entrar en un personaje tan complejo?
— Difícil. Yo sería la antagonista, la madre que no protege a su hija, pero también es una madre trabajadora pobre que tira para adelante como puede. De hecho, le compra un violín y la hija logra hacer carrera gracias al esfuerzo de su madre, pero también es alguien muy chapado a la antigua, con una educación patriarcal y lo hace lo mejor que puede. Veremos dos versiones de Telma, una más joven y otra ya mayor en una residencia de ancianos, donde está con una enfermedad parecida al alzhéimer, en la que todos los fantasmas del pasado resurgen. Se habla del perdón y de entender.

¿Cómo entra en el proyecto?
— Lo hago porque el proyecto lo lleva la compañía con la que he trabajado toda mi vida y me invita la directora, que es el gran motor de la compañía. Somos siete sobre el escenario, con música en directo y con canciones. La verdad es que es bastante completa.

Háblenos del contexto en el que se desarrolla la obra y sus referencias.
— La obra realmente es de una alicantina, Josi Alvarado, que le da un aura muy lorquiana y mediterránea. La directora le da un contexto más cantábrico, lo ambienta en el barrio de San Francisco de Bilbao, uno muy deprimido y pobre, en una época en la que todo está muy por labrar y todo se tapa como se puede.

En ocasiones se corre el riesgo de que una obra ambientada en otra época pueda dificultar la lectura en clave de presente, ¿es el caso de La Tarara?
— Para nada. Trata muchos temas de importancia actual, muy vigentes, y no se queda instalada en el pasado. Es verdad que el personaje sí es del pasado, pero existe gente así a día de hoy. Telma es alguien que ha recibido una educacón tradicional sobre qué es ser mujer, podría ser la abuela de cualquiera. Luego está Rosa, que ha sufrido todos estos abusos y ha tirado con su vida adelante, ha superado la locura, ha tenido una hija y trata de entender a su madre, por qué le hizo aquello. Es la reivindicación de que soy quien quiera ser y trataré de ser libre le pese a quien le pese.

No puedo evitar preguntarle por La casa de papel. ¿Ha supuesto un antes y un después en su carrera formar parte de este éxito?
— Totalmente. Como actriz ya tenía una carrera, quizá un poco más modesta y desconocida, pero nunca me ha faltado trabajo, pero con un boom así a nivel internacional la vida te cambia y se te abren muchas puertas. Tienes de golpe el lujo de poder elegir entre dos proyectos, cuando hay gente que se las ve y se las desea para tener un trabajo y agarrar todo lo que llega. Lo sé porque era mi caso. Pero esto ha sido un trampolín que te visibiliza y hace que mucha gente que no iría al teatro vaya quizá por verme a mí o por saber que salgo en esa serie, pero luego le encanta la obra y esto es una maravilla. Si se logra esto, objetivo conseguido.

Por último, a raíz de que acudiera a la manifestación de Sare en Bilbao bajo el lema ‘Llaves para la resolución’, se la ha catalogado de polémica, ¿se considera usted polémica?
— Para nada. Hay una frase de Mercedes Sosa que dice que el artista tiene derecho a tener ideas y yo las tengo y, a veces, las expreso, nada más. Sé en qué tipo de sociedad vivimos donde es molesto que alguien vaya en contra de la corriente masiva, que es por donde creo que quieren llevarnos. Eres una molestia y existe un cuarto poder, la prensa, que te puede arruinar la vida y la carrera, y las redes lo mismo, que son como un quinto poder. Está organizado el chiringuito de esta manera, pero no dejaré de tener ideas y de expresarlas porque tengo derecho a ello. Ahí lo dejo. No me considero polémica, pero me indigno con lo que considero una injusticia, Tampoco me he caído de un guindo y sé que luego llegan la censura y la quema de brujas. Pues soy bruja, qué le voy a hacer.