Mario Alonso, presidente del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España. | Jaume Morey

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“Comprometidos con la transparencia”. Con este lema se ha celebrado esta semana en Palma el XII Congreso Nacional de Auditoría, un evento que ha reunido a 350 profesionales. Mario Alonso Ayala (Badajoz, 1960) es el presidente del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España. Defiende la honorabilidad de su profesión frente a los casos sonados de mala praxis. Balears cuenta con 94 sociedades dedicadas a la auditoría y 105 ejercientes individuales.

¿Puede garantizar que las cuentas que auditan representan fielmente la imagen de la empresa?
En España se emiten al año 60.000 informes. Si cogemos todas las auditorías en los últimos diez años, las posibles malas prácticas de los auditores pueden ser seis o siete. En la inmensa mayoría el trabajo de los auditores es impecable. Aunque los escándalos sean muy mediáticos, son casos absolutamente aislados. Si hacen su trabajo, claro que lo pueden garantizar, aunque eso no significa que si hay algún empresario que haya metido la mano en la caja se tenga que detectar, porque los auditores no están para eso.

Ha afirmado que con la crisis los precios de los servicios de auditoría han bajado. ¿Ha mermado su calidad?
El mercado de la auditoría global se ha reducido. Esto puede hacer mermar los precios, es verdad que no mucho porque en España los precios de auditoría ya son bajos. Lo otro es que con la crisis los administradores de las empresas tienen mayor tentación de que sus cuentas parezcan mejor de lo que son, y para eso están los auditores.

Los ciclistas que practican dopaje siempre van un paso por delante de los supervisores. ¿Las empresas también?
No, porque los auditores somos los profesionales mejor preparados en este campo, y es difícil que alquien tenga recetas que no conozcamos. Otra cosa es que siempre es posible que una persona con falta de ética pueda manipular sus cuentas, utilizar una contabilidad B, y un auditor lo que no es es un mago. A un auditor se le puede engañar como a un regulador, a un banco o a Hacienda.

Ha dicho en este congreso que los auditores tienen mucho que aportar a la recuperación económica de España. ¿Por qué y cómo?
Porque la economía, y en general las relaciones humanas, se basan en la confianza. Para recuperar la confianza los auditores tenemos un papel clave. Si hoy desapareciera la auditoría como profesión, mañana la economía se caería seguro.

En estos momentos se está modificando la normativa europea que regula la auditoría. ¿Qué se está cambiando y para qué?
En cuanto a la independencia, se han restringido los servicios que pueden prestar las auditoras diferentes de la propia auditoría. También, tratando de paliar la concentración que existe, que es cierto que existe, sobre todo en la parte alta del mercado, han impuesto que cualquier empresa se pueda presentar a los concursos públicos sin tener una marca detrás o una facturación. Y también hay otra regla de rotación, que para evitar la familiaridad cada diez años las compañías tengan que cambiar de auditor.

¿Qué balance hace del congreso?
Ha tenido un notable éxito. El nivel de las ponencias desde el punto de vista técnico ha sido enorme, luego hemos querido dar un toque de humor, porque la vida laboral es muy complicada y todos estamos muy serios. Y también ha tenido una parte lúdica, mucha gente ha aprovechado para pasar el fin de semana en la isla, que seguramente para organizar congresos no hay un sitio mejor.