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Con este sugerente título poco o nada tengo que aclarar sobre el origen del mismo que no es otro que la archiconocidísima novela erótica que la británica E.L. James escribió en 2011 y cuya película se está proyectado en España. Y sombras -lo que se dice sombras- no sé si habrá muchas en la película pero los que sí viven en un estado permanente de riesgo de tormenta son los trabajadores autónomos.

Doce sombras, como doce meses, son los que el pequeño empresario debe trabajar (casi) sin vacaciones y sin recordar lo que es una quincena completa de descanso. Acostumbrado ya a tomarse unos pocos días y ver la semana “completa” como un lujo.
Veinte sombras son las horas que cualquier propietario de pyme debe estar localizable ante cualquier eventualidad porque no hay descanso para el guerrero.

Seis sombras, como seis son los días que el autónomo debe trabajar de sol a sol para atender su negocio y, muchas semanas… también el séptimo.

Cuatro sombras serían necesarias, como son cuatro las manos necesarias cuando estás al frente de una pequeña empresa y debes atender todos los asuntos: compras, ventas, cobros, pagos, nóminas, declaraciones de impuestos, mantenimiento y reparaciones, inversiones…

Dos sombras como dos ojos y dos oídos son los que debes tener muy abiertos para proteger tu empresa de los morosos profesionales y aprovechados.

Una sombra -además muy alargada- como la de la Agencia Tributaria, cada día más voraz con la recaudación, la carga de trabajo y la obligaciones formales para micropymes.

Otra sombra más para la Tesorería General de la Seguridad Social por sus elevadas cotizaciones sociales que son, no nos engañemos, auténticos impuestos sobre el empleo.

La sombra de las corporaciones locales y autonómicas también se cierne sobre los autónomos reclamando su parte del pastel tributario y que, para justificarlo, recargan los boletines oficiales de normas, reglamentos y decretos.

Una sombra (enorme) es la que acompaña a la mayoría de los autónomos: su entidad financiera. No podemos olvidar la sombra de los empleados que estoy seguro es lo más apreciado para cualquier pequeño empresario. Seguro que, en muchos caso, lamentando no poder tratarlos mejor laboral y económicamente hablando.

La última, y siendo para mí la más importante, es la sombra de la familia… esa gran sacrificada y para la que nunca se tiene el tiempo que merece.